Presupuesto en salud 2026: más dinero, pero no para todos
El presupuesto federal en salud aumentará 5.9% respecto a 2025, pero hay estancamiento per cápita, frente al PIB, y ante el presupuesto total. Además, los recursos para quienes no cuentan con seguridad social caen a su nivel más bajo desde 2010.
La propuesta del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para 2026 en materia de salud presenta una paradoja: bajo la apariencia de un incremento histórico en términos nominales, se esconde un estancamiento crónico y una profundización de la desigualdad en el acceso a la sanidad pública.
El monto total de 965.7 mil millones de pesos (mmdp) representa un aumento del 5.9% respecto a 2025. Sin embargo, este crecimiento se diluye al analizarlo en relación con el tamaño de la economía, el gasto por persona y su prioridad dentro del gasto total del Gobierno. Lejos de fortalecer el sistema, el proyecto presupuestario consolida una tendencia preocupante: la salud ha perdido centralidad en la agenda pública.
La aparente recuperación encubre, de hecho, una distribución profundamente inequitativa. El análisis por institución revela que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) acapara los incrementos. Mientras tanto, el resto de las dependencias enfrentan recortes.
La consecuencia más grave de esta asignación es que el presupuesto destinado a las personas sin seguridad social —que suelen ser la población más vulnerable— caerá a su nivel más bajo desde 2010. De este modo se amplía de manera alarmante la brecha en la calidad y el financiamiento de la atención entre los mexicanos con y sin afiliación formal.
Ligera recuperación del gasto total en salud
Como ya lo señalamos, en 2026 se propone un presupuesto federal en salud por 965.7 mmdp. Esto es 5.9% mayor —o 53.5 mmdp adicionales— frente a lo aprobado en 2025. Pese al incremento, en realidad esos recursos están 4% (39.1 mmdp) por debajo de 2024, cuando se ejerció una cota máxima de 1,005 mmdp.
Los egresos federales en sanidad pública están conformados por los recursos de ocho ramos: el IMSS, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), la Secretaría de Salud (SSA), Seguro Social para el Bienestar (IMSS-Bienestar), la Secretaría de Marina (Semar), la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA) y las Aportaciones para la Seguridad Social (Ramo 19). En conjunto se les conoce como gasto funcional en salud y para su análisis se excluyen el pago de pensiones del IMSS e ISSSTE, así como el gasto en defensa de las Fuerzas Armadas.
La evolución presupuestaria de cada uno de estos ramos es muy diversa, como se detalla más adelante. Sin embargo, se puede adelantar que sólo hay incrementos considerables en el IMSS, mientras que se dan recortes en el resto de las dependencias.
A pesar del incremento del gasto total, es común que no se cumpla con el presupuesto aprobado debido a recortes o subejercicios, como ya sucedió en 2014, 2015, 2016, 2019, 2023 y 2024. Además, si descontamos los sobreejercicios en transferencias en fideicomisos —que explicaremos también más adelante— el presupuesto en salud también se quedó corto en 2020, 2021 y 2022.
El incremento del presupuesto en salud, asegurará el segundo mayor monto destinado a la materia en al menos 25 años. No obstante, si analizamos este presupuesto en función del tamaño de la economía, los recursos por persona o su participación en la totalidad del gasto del Gobierno, se muestra que en realidad estos recursos siguen estancados.
Los 965.7 mmdp que propone la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) representan un 2.5% del producto interno bruto (PIB). Esto es 0.2 puntos menos del máximo alcanzado de 2.7% del PIB entre 2011 a 2013, y entre 2020 a 2024 (excepto 2023). Es decir, el presupuesto se mantendrá por debajo de sus mejores niveles. Además, no llegará ni a la mitad del gasto recomendado en sanidad pública que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 6% del PIB.
En pesos por persona, el presupuesto ascenderá a 7,185 pesos, nivel similar a lo observado en 2022 (7,225 pesos) e inferior a lo observado en 2024 (7,601 pesos). Esto significa que las instituciones tendrán menos recursos por paciente, lo que limitará solucionar la saturación de los sistemas de salud, reducir los tiempos de espera o resolver el desabasto de medicamentos.
Finalmente, como porcentaje del gasto total, el presupuesto en salud representará sólo el 9.5%, lo mismo que lo aprobado en 2024 y un nivel similar al de 2016. En su mejor momento —2011 y 2012— llegó a representar el 11.2%. Esta tendencia indica que el gasto en salud ha perdido prioridad para el Gobierno, en tanto que otros conceptos del gasto lo han desplazado en importancia, como lo son las pensiones no contributivas (las llamadas pensiones del Bienestar) o el pago del servicio de la deuda.
Al analizar la evolución del gasto por institución, encontramos que sólo el IMSS tiene incrementos considerables, aunque el Ramo 19 y el FASSA aumentan ligeramente. En contraste, hay recortes en el resto de los ramos con presupuesto en salud: IMSS-Bienestar, SSA, ISSSTE, Semar o Defensa.
Del lado ganador, el IMSS contará con recursos para la salud por 556 mmdp, 11.8% (58.5 mmdp) más que en 2025. Alcanzará un nuevo presupuesto histórico y acumulará cuatro años con incrementos presupuestales. Esta condición es gracias a que los recursos del Instituto aumentan según el número de trabajadores formales afiliados y no por decisiones políticas.
Asimismo, el Ramo 19 contará con 10.3 mmdp, un incremento del 0.5% o 51.4 millones de pesos (mdp) versus lo aprobado en 2025. En su mayoría, estos recursos son subsidios y transferencias que el Gobierno federal da al IMSS e ISSSTE para fortalecerlos financieramente.
Por su parte, el FASSA contará con 82 mmdp, un aumento de 0.7% (578.6 mdp) frente a 2025. No obstante, este monto será el segundo menor desde 2005. La razón de este desplome a lo largo de los años se explica a profundidad más adelante.
Del lado perdedor, el ISSSTE destaca por un recorte de 3.6% (3 mmdp) versus 2025 para colocarse en un nivel de 82 mmdp, su nivel más bajo desde el año 2021. A pesar de ser una institución que atiende a personas aseguradas formalmente —empleados del Estado— su presupuesto no se calcula según su número de afiliados, sino más bien por decisiones políticas.
El segundo ramo con el mayor recorte será la SSA, que contará con 57 mmdp, un descenso de 3.2% (1.9 mmdp) para colocarse en su menor presupuesto desde 2004.
Cabe recordar que los recursos de esta dependencia se redujeron de forma considerable luego de que en 2023 se eliminó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) cuyos recursos se presupuestaban dentro de la SSA. En su lugar se creó el IMSS-Bienestar, que hasta 2025 pertenece al Ramo 47 de Entidades no Sectorizadas. En 2026 esta institución saldrá del Ramo 47 y se conformará en uno nuevo, el 56. Este cambio es positivo, ya que facilitará dar seguimiento al ejercicio de recursos de la institución.
Sin embargo, en 2026 el IMSS-Bienestar contará con un presupuesto de 167 mmdp, 0.2% (276.7 mdp) millones de pesos menos de lo aprobado en 2025. Aunque la reducción es limitada, era de esperarse que recibiera un incremento lo suficientemente grande para compensar el recorte de la SSA: no sucedió así.
Finalmente, para la Defensa se prevé un gasto en salud de 6.9 mmdp, 5.1% (373 mdp) menos frente a 2025 y para la Semar de 3.5 mmdp, 2.9% (105 mdp) menos. A pesar de atender también a trabajadores formales del Gobierno, en los últimos años ambas instituciones han sufrido recortes presupuestarios. Esto va en contra del fortalecimiento de los cuerpos encargados de la protección y la seguridad pública del país.
Salud para las personas sin seguridad social formal
El presupuesto conjunto de las instituciones que atienden a las personas sin seguridad social formal será, en 2026, de 307 mmdp, es decir un recorte de 0.5% (1.6 mmdp) menos contra lo aprobado en 2025. Se trata del monto más reducido para este sector de la población desde 2010.
El presupuesto para las personas sin seguridad social contempla el gasto de instituciones y programas que atienden a las personas que no tienen afiliación a un sistema estructurado vinculado a su situación laboral. Aquí nos referimos al IMSS-Bienestar, la SSA (encargada de los hospitales de alta especialidad) y el FASSA (a través del cual se otorgan recursos a las entidades federativas para la salud).
Si bien el FASSA tendrá un incremento de 578.6 mdp, será insuficiente para compensar el recorte de 1.9 mmdp de la SSA y de 276.7 mdp del IMSS-Bienestar. En 2025 el presupuesto para este sector de la población también disminuyó, como lo detallamos en esta investigación. Es preocupante que por segundo año consecutivo vuelva a decrecer esta dotación.
El recorte del presupuesto en salud para las personas sin seguridad social es más grave, si se mide en términos por usuario estimado. Hay que recordar que, previo a 2019, la población objetivo del sistema de salud para personas sin seguridad social se basaba en los afiliados al Seguro Popular, que en 2018 tuvo 53.5 millones. Por el contrario, tanto el desaparecido Insabi y ahora el IMSS-Bienestar identifican a su población objetivo como aquellas con “carencia de acceso a la seguridad social”. El organismo encargado de definir a este grupo es actualmente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En 2024 se contabilizaron 62.7 millones de personas en esta situación y para 2026 se estima1 que el número ascienda a 63.7 millones. Esto significa que el IMSS-Bienestar buscará atender a 10 millones de personas más de lo que pretendía el Seguro Popular en 2018, pero con menos recursos.
Así, el siguiente año se destinarán tan sólo 4,820 pesos por persona sin acceso a la seguridad social, 1.3% (62 pesos) menos frente a lo aprobado en 2025 y el monto más bajo en al menos 15 años.
Si se compara con 2018, el presupuesto por persona será 18.2% (1,075 pesos menor) al de 2026, y frente al máximo alcanzado en 2007 (11,118 pesos por persona), el retroceso es de 57% (6,299 pesos menos por persona). La caída en el gasto per cápita entre 2007 y 2018 muestra que los mecanismos de gobernanza presupuestaria vigentes en ese periodo no eran perfectos. No obstante, el riesgo actual es que ya no existe mecanismo alguno que evite que el presupuesto por usuario siga cayendo.
El menor presupuesto para este sector en 2026 podría agravar la carencia de acceso a la salud, automedicación y preponderancia de los servicios médicos privados, más allá de lo observado en 2024, como exponemos en este estudio.
Gasto en salud para las personas aseguradas formalmente
Los sistemas que atienden a las personas con seguridad social formal cuentan otra historia a nivel presupuestal: habrá 659 mmdp, 9.1% (55 mmdp) más que en 2025. Se trata del mayor monto histórico en términos absolutos.
Aunque nos referimos a los recursos conjuntos del IMSS, ISSSTE, Defensa, Semar y del Ramo 19, el incremento se debe principalmente al IMSS. Como ya se mencionó anteriormente, este Instituto tendrá un aumento de 58.5 mmdp, que compensa con creces el recorte en el ISSSTE de 3 mmdp, de 373 mdp en la Defensa y de 105 mdp en la Semar.
Aunque en términos absolutos el gasto para personas aseguradas tendrá su mayor monto histórico, si se mide respecto del total de la población a atender, en realidad se nota un estancamiento. En 2026 el gasto por asegurado será de 10,160 pesos. Es el mayor monto desde 2013, pero inferior a lo observado en años como 2007 (10,342 pesos), 2009 (10,362 pesos) y 2012 (10,423 pesos).
Este estancamiento se debe a que el número de afiliados al IMSS, ISSSTE e Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM) ha crecido a mayor ritmo que el presupuesto. En 2024 el INEGI identificó a 63.3 millones de afiliados, 38% (17.5 millones) más que en 2012. Para 2026, se estima2 esta cifra en 64.8 millones, 40% (18.5 millones) más que en 2012. No obstante, en este mismo periodo, el presupuesto total sólo habrá crecido en un 36% o 176 mmdp.
De forma histórica, los recursos en salud para las personas aseguradas han sido superiores al de las personas no aseguradas. Sin embargo, a partir de la creación del Seguro Popular en 2003, esa brecha comenzó a reducirse. En el mejor momento (2013), los recursos para las personas aseguradas llegaron a ser sólo 37% superiores. La disparidad se amplió nuevamente con las medidas de austeridad en los últimos años de Peña Nieto y se agravó con la eliminación del Seguro Popular en 2019, y la transición hacia el Insabi que ya no contemplaba garantías presupuestarias de financiamiento por persona.
En 2025, en un proceso de recortes al gasto en salud por el proceso de contención fiscal, la asimetría entre asegurados y no asegurados llegó al 96%, un nivel no visto desde 2005. Para 2026 la brecha se hará todavía mayor: los recursos en salud para las personas aseguradas (659 mmdp) serán 115% mayores al de las personas no aseguradas (307 mmdp).
Esta diferencia en materia presupuestaria impacta directamente en la calidad de atención de los usuarios. Como lo demostramos en nuestra investigación “Cambios en la Atención Pública de la Salud en México (2018–2024): Evidencia desde la ENIGH y Perspectivas Comparadas”, las personas sin seguridad social formal enfrentan mayores gastos catastróficos y empobrecedores en salud, así como un mayor uso de servicios médicos privados, lo cual perpetúa la pobreza de ingreso de este sector de la población.
Debilidad del financiamiento a los estados
Dentro del presupuesto público se incluyen recursos que se transfieren a los estados. En el caso del sector salud, estos se concentran en el FASSA. Para 2026 se propone asignarle 82.4 mil millones de pesos. Es decir, un aumento de tan sólo de 0.7% (0.6 mil millones de pesos) respecto al monto aprobado para este año.
Si bien la propuesta para 2026 plantea un ligero incremento en el FASSA, al compararlo con lo efectivamente ejercido en 2024 se observa una caída del 20% (20.3 mmdp en términos reales). En perspectiva histórica, esto confirma que los recursos destinados a la salud para los estados siguen disminuyendo.
Hay que recordar que esta merma en los recursos del FASSA no es una casualidad. En realidad demuestra el nuevo carácter centralista de la política de salud para las personas sin seguridad social, la cual comenzó con la creación del IMSS-Bienestar.
Antes de ese organismo, la atención a la salud pública se distribuía de manera más amplia entre los distintos niveles de Gobierno. Esta distribución no era sólo formal: a través del FASSA, la Federación transfería recursos a los estados para fortalecer su capacidad de brindar servicios, especialmente dirigidos a la población sin seguridad social.
Con el nuevo modelo del IMSS-Bienestar se revierte la distribución de responsabilidades en la atención a la salud, al devolverlas al Gobierno central. Este cambio se ha formalizado mediante convenios entre los estados y la Federación para cederle la administración de los servicios de salud.
De los 32 estados del país, 23 han firmado estos convenios. Esto, por sí mismo, motiva un recorte muy significativo en las transferencias del FASSA: en promedio las entidades signatarias recibirán en 2026 un 66% (2 mmdp) menos que en 2024.
No obstante, no significa que los estados que no han firmado mantengan sin cambios sus recursos, ya que estos estados —aunque siguen recibiendo su asignación—, obtendrán en promedio 9.1% (332 mdp) menos que en 2024.
La disminución del FASSA para los estados no signatarios del IMSS-Bienestar puede entenderse a partir de la propia estructura de cálculo prevista en el artículo 30 de la Ley de Coordinación Fiscal (LCF). Este fondo se determina con base en los inventarios históricos de infraestructura sanitaria y personal transferidos durante la descentralización, así como en los recursos efectivamente ejercidos el año anterior para servicios personales, operación e inversión.
En la práctica, al haberse recentralizado parte del gasto y del personal bajo el nuevo organismo federal, el universo sobre el cual se calculan estas previsiones se redujo, lo que comprimió el monto global del fondo. Dado que las fórmulas de distribución operan sobre una bolsa total más pequeña y no reconocen las responsabilidades que los estados conservan, incluso las entidades no signatarias —que continúan prestando servicios a su población sin seguridad social— han visto mermados sus recursos. La reasignación de gasto hacia el IMSS-Bienestar, sin crear mecanismos compensatorios para el resto de los estados, ha generado así una caída estructural del FASSA que profundiza las asimetrías intergubernamentales en el financiamiento de la salud.
Presupuesto estancado en salud especializada y riesgos sanitarios
Para 2026, el presupuesto destinado a las dependencias especializadas de la SSA seguirá en sus niveles más bajos de los últimos años. Recordemos que este organismo atiende los problemas de salud prioritarios en todo el país.
Para la Comisión Federal de Riesgos Sanitarios (Cofepris) se está proponiendo un presupuesto por 748 millones de pesos (mdp). Es un recorte de 5.9% (47 mdp) frente a los 795 mdp que se aprobaron para este año. Se trata del menor presupuesto para el control de riesgos sanitarios al menos desde 2013.
Hay que señalar que entre las actividades principales de la Cofepris se encuentra la regulación y vigilancia de la venta de medicamentos. Esto toma mayor relevancia considerando el acuerdo alcanzado en julio de este año con la Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (Unefarm)3, para combatir el mercado de medicamentos piratas. Este mercado ha pasado de representar el 7% al 11% del mercado entre 2023 y 2024.
La regulación del mercado de medicinas toma mayor relevancia ya que la automedicación es una de las principales prácticas de los hogares mexicanos. Como señalamos en nuestro estudio, en 2024 hubo 16 millones de personas que tuvieron un problema médico y prefirieron la automedicación a buscar atención profesional. Esta práctica ha venido en aumento desde 2018 y es reflejo de las deficiencias del sector público de salud.
Por otro lado, el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (CenSIA) encargado de proteger y mejorar la salud de niños, niñas y adolescentes presenta un presupuesto por 4.83 mmdp. Es un ínfimo crecimiento de 0.4% (17 mdp) frente al monto aprobado para 2024. Aún no logra recuperar sus niveles previos a 2023, cuando llegó a ejercer hasta 9 mmdp.
Por último, los principales hospitales de alta especialidad de la SSA, son los más afectados por los esfuerzos de mantener un “déficit público bajo control». Después del gran recorte que tuvieron en 2025 para reducir la merma que dejó la administración anterior, el presupuesto de estos hospitales se mantiene hundido.
El estancamiento del presupuesto de los hospitales de alta especialidad limita el acceso a tratamientos que suelen ser muy costosos. Esto afecta tanto la economía de los hogares mexicanos como el bienestar de las personas que requieren atención médica especializada.
Medicamentos: diferencias entre asegurados y no asegurados
Para 2026 se proponen 148 mmdp para compra de fármacos por parte de las instituciones públicas federales de salud. Es un crecimiento de 12% (15.3 mmdp) en términos reales frente al monto aprobado para 2025. Aunque pareciera un crecimiento importante, en realidad es una recuperación frente al recorte que tuvo este año la compra de medicamentos.
Además, no se distribuye de manera uniforme entre las instituciones de salud, lo que genera desigualdad en el suministro de medicinas según el centro de salud al que acudan los pacientes.
Por ejemplo, el IMSS es el instituto que presenta el mayor incremento. Contará con 121 mmdp para 2026, un aumento de 16% (17 mmdp) frente a lo aprobado para 2025. Lo anterior es una buena noticia para los trabajadores y sus familias aseguradas, quienes se verán beneficiados de esta ampliación del presupuesto para medicamentos del Instituto.
Sin embargo, los trabajadores informales o sin acceso a un instituto de salud, enfrentan un escenario más complicado. Este grupo demográfico se atiende en el IMSS-Bienestar, que presenta un fuerte recorte de 74% (2.2 mmdp) en su presupuesto para compra de medicinas. Por su parte, el presupuesto para este mismo rubro en la SSA, presenta un aumento de tan sólo 0.6 mmdp (6%) frente al monto aprobado de 2025. Es así que la caída del presupuesto para adquisición de fármacos del IMSS-Bienestar no se ve compensada por un aumento en el presupuesto de la SSA.
En resumen, se propone destinar 137 mmdp a la compra de medicinas para personas con seguridad social, un aumento del 14% (17 mmdp) respecto a 2025. En contraste, en las instituciones para personas sin seguridad social, el presupuesto sería de 10.8 mmdp, es decir, un 13% (1.7 mmdp) menos que en 2025.
Esta brecha en los presupuestos para medicinas impacta principalmente en aquellos hogares que no cuentan con seguridad social. Como hemos identificado previamente, cuando el jefe o jefa de familia no cuenta con seguridad social, su gasto de bolsillo se elevó en promedio 141% (324 pesos) entre 2018 y 2024.
Inversión histórica en salud, para población asegurada
El gasto de inversión en salud también apunta a acrecentar la desigualdad entre asegurados y no asegurados. En total, la inversión en infraestructura para la salud en 2026 será de 52.3 mmdp, 57.9% (19 mmdp) mayor a la aprobada en 2025. Sin embargo, los mayores aumentos se darán en los sistemas que atienden a las personas aseguradas formalmente.
En cambio, la inversión conjunta de la SSA, IMSS-Bienestar y FASSA será de sólo 6 mmdp. Si bien es un aumento de 67.2% (5 mmdp) versus 2025, apenas es una recuperación limitada luego del recorte de 74% (9 mmdp) sufrido de 2024 a 2025. De hecho, el presupuesto para inversión se quedará por debajo del promedio observado en la última década (2014-2024), de 10.9 mmdp.
Por su parte, la inversión de la Defensa, Semar, IMSS, e ISSSTE sumará 46.2 mmdp, un aumento de 38.9% (5.9 mmdp) en comparación a 2025, para alcanzar el mayor monto en por lo menos 15 años. Cabe recordar que el presupuesto en salud para este sector de la población no fue recortado de 2024 a 2025, por lo que el incremento propuesto para 2026 provocará un avance efectivo de este gasto.
De aprobarse el PEF 2026 como se plantea, el 88% de la inversión en infraestructura de 2026 será en beneficio de las personas aseguradas. Es la segunda mayor concentración desde 2013. Además, el gasto para este grupo será 664% superior que para las personas sin seguridad social, la segunda mayor diferencia, después de lo aprobado para 2025.
Cabe recordar que la población que más ha incrementado su recurrencia al sistema privado de salud, han sido aquellos sin acceso a los sistemas públicos para asegurados.
Desfondo del Fonsabi
El Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi) es un mecanismo federal destinado a financiar servicios de salud para la población sin seguridad social. Por sexto año consecutivo, la Iniciativa de Ley de Ingresos (ILIF) propone que la SHCP tenga total libertad para decidir cómo usar los recursos de este fondo. Esta medida no sólo aumenta el riesgo de afectar el derecho a la salud de quienes no cuentan con seguridad social, sino que puede alterar la transparencia del gasto público.
Entre 2021 y 2025, la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) estableció que los recursos del Fonsabi debían transferirse a la Tesorería de la Federación (Tesofe), salvo autorización de la SHCP. Para 2026, el Noveno transitorio de la LIF repite esta misma disposición, otorgando nuevamente esta discrecionalidad.
Hay que recordar que de 2019 a 2024, el Fonsabi erogó 381 mmdp. Sin embargo, de ese monto, 256 mmdp —equivalentes al 67.2%— fueron reintegrados a la Tesofe, sin que exista información pública que permita rastrear su destino final4.
Por otro lado, como señalamos en la investigación “El ocaso del Fonsabi”, la posibilidad de disponer de los recursos del Fonsabi de manera discrecional ha contribuido a distorsionar la contabilidad pública en salud. Cuando la Federación hace transferencias al Fonsabi, éstas se registran como gasto efectivo en salud, pero al regresar esos recursos a la Tesofe, no se puede constatar que efectivamente se hayan erogado en sanidad pública.
Para 2026 se proyectan transferencias a fideicomisos por sólo 14 mmdp, 4.5% del gasto en salud para las personas sin seguridad social y un monto reducido frente a lo observado en años anteriores. No obstante, este presupuesto podría excederse. Entre 2020 y 2022, las transferencias a fideicomisos fueron, en promedio, 190% superiores a lo aprobado, llegando a representar más del 14% del gasto total en salud para la población sin seguridad social entre 2020 y 2022.
Por otro lado, la disposición de la ILIF 2026 permitirá una reducción aún mayor del Fonsabi, limitando la garantía de enfermedades catastróficas. Al tercer trimestre de 2025, este fondo reportó un saldo de 32.0 mmdp, el menor registro desde marzo de 2009. Se trata de una reducción de 78% (111 mmdp) frente a 2019. Sobra mencionar que la reducción se ha dado por salidas a la Tesofe.
Ante las presiones de un presupuesto cada vez más comprometido, el Gobierno podría verse tentado a echar mano nuevamente de los recursos del Fonsabi, lo que limitaría la función de este fondo: financiar enfermedades de alto costo como el cáncer, VIH/Sida, enfermedades renales, entre otras.
El debilitamiento del Fonsabi limitará la incidencia en gastos catastróficos de la población más vulnerable. Hemos identificado un incremento en el número de hogares que incurren en gastos catastróficos por salud, principalmente entre los hogares sin seguridad social. Mientras que en 2024 menos del 2% de los hogares afiliados a instituciones como IMSS o ISSSTE enfrentaron este tipo de desembolsos —y en el caso de Pemex e ISSFAM no se registraron casos—, la proporción fue mucho mayor entre quienes carecen de afiliación: 4.1% de los hogares de trabajadores independientes y 2.0% de los hogares con subordinados informales tuvieron que destinar recursos extraordinarios para cubrir necesidades de salud.
Notas al pie
- Estimación propia con base en la proyección de crecimiento de la población del Consejo Nacional de Población (Conapo). Se trata de una proyección simple, ya que la medición formal de este indicador no estará disponible hasta 2027. ↩︎
- Estimación propia con base en la proyección de crecimiento de la población del Consejo Nacional de Población (Conapo). ↩︎
- El Sol de México (2025). Desabasto abre la puerta al medicamento pirata. Disponible en: https://oem.com.mx/elsoldemexico/finanzas/desabasto-abre-la-puerta-al-medicamento-pirata-en-mexico-24743680 ↩︎
- México Evalúa (2025) Sin rastro, 256 mil millones para la salud durante el sexenio de AMLO. Disponible en: https://numerosdeerario.mexicoevalua.org/2025/05/15/sin-rastro-256-mil-millones-para-la-salud-durante-el-sexenio-de-amlo/ ↩︎