Las paradojas del gasto en Salud a junio 2024
El IMSS-Bienestar parece superar con creces el gasto registrado por sus antecesores: el Insabi y el Seguro Popular. Pero si miramos a detalle, el avance en el gasto en salud para las personas sin seguridad social es mínimo.
En su primer año completo de operación, el Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar (IMSS-Bienestar) parece estar superando con creces el gasto registrado por sus antecesores: el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y el Seguro Popular. No obstante, si miramos a detalle, no existe un gran avance en el gasto en salud para las personas sin seguridad social. ¿Cómo es esto posible?
Gran parte del aparente incremento del gasto en salud de las personas sin seguridad social se debe a mayores transferencias a fideicomisos hacia el Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi), por lo que no es posible saber si el dinero se está ejerciendo correctamente. Irónicamente, el saldo de este instrumento tocó su peor nivel en 15 años, lo que anticipa un difícil inicio para la siguiente administración.
Además, los recursos del Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA) se depositan ahora en el IMSS-Bienestar, puesto que las entidades han comenzado a renunciar a los recursos de este fondo del gasto federalizado. Esto sólo ha provocado una mayor concentración de recursos en manos del Gobierno federal. Al final, en el agregado, el gasto en salud para las personas más vulnerables acumula un aumento de sólo 5.9% frente a 2018, mientras que los recursos para las personas aseguradas han crecido 23%.
Hay un gasto histórico en salud, pero bajo avance del programa anual
Al segundo trimestre del año, el gasto total en salud ejercido por el gobierno federal ascendió a 380 mil millones de pesos (mmdp),un crecimiento real de 17.9% (57.8 mmdp) frente al mismo periodo de 2023. Es el mayor monto desde 2007 que se tiene registro para un primer semestre.
Como destacamos en nuestro análisis del Paquete Económico 2024 en Salud, en 2024 se aprobó un presupuesto histórico de 962 mmdp, por lo que el aumento del gasto a junio es consistente. Sin embargo, el avance del calendario anual apenas es de 39.5%, un ritmo inferior al de años anteriores. Por ejemplo, durante el sexenio pasado, a estas alturas del año, ya se había ejercido, en promedio, un 43.7% del presupuesto en salud.
El menor bajo avance del gasto en salud al primer semestre del año podría anticipar que nuevamente se cierre el ejercicio fiscal con recortes presupuestales, tal como lo destacamos en nuestro Erario en Salud de 2023.
La mayoría de las entidades enfrentan recortes o estancamiento en el gasto
Al segundo trimestre, la mayoría de las entidades de salud se encuentran con un gasto estancado e incluso con recortes. Por ejemplo, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) ejerció 53.6 mmdp al segundo trimestre del año (sin contabilizar gasto en pensiones). Apenas un crecimiento real de 3.3% (1.7 mmdp) frente al año anterior. El monto es similar a lo ejercido en 2012, es decir, que no ha habido un aumento consistente en más de una década.
Por su parte, el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA), a través del cual se distribuyen recursos etiquetados para gasto en salud de los estados, presenta un recorte de 13.6% (8.5 mmdp) respecto al mismo periodo de comparación para colocarse en 53.9 mmdp. Los recursos transferidos por el FASSA a las entidades federativas se encuentran 13.2% (8.2 mmdp ) por debajo del cierre del sexenio anterior. Esto se debe a la renuncia de recursos por parte de los estados, como explicaremos más adelante en el capítulo “La caída del FASSA”.
Por el lado de la Secretaría de Salud, presenta un gasto por 27.9 mmdp al segundo trimestre del año: una caída real de 56.4% (36.1 mmdp) contra el año anterior. Hay que señalar que esta caída se debe a la transición de los recursos del Insabi hacia el IMSS-Bienestar. Éste último, al segundo trimestre, tiene erogaciones por 75.7 mmdp.
En cuanto al IMSS, que es la institución que ofrece servicios de salud a la mayoría de trabajadores formales en México, se ejercieron 188.8 mmdp al segundo trimestre del año. Significa un crecimiento real de 14.4% (23.7 mmdp) en relación a 2023.
Despega gasto de IMSS-Bienestar; pero no es significativo
El IMSS-Bienestar está sobrepasando el gasto de sus antecesores: el Insabi y el Seguro Popular. Podría pensarse que esto beneficiaría a las personas sin seguridad social, sin embargo no ha sido así. En el agregado, el gasto en salud para este grupo poblacional ha tenido un crecimiento limitado y en términos per cápita sigue por debajo de 2018.
Al segundo trimestre de 2024, la Secretaría de Salud (SSA) solamente gastó 23.9 mmdp, 60% (36.1 mmdp) menos frente a 20231 o 71.4% (59.8 mmdp) menos que en 2018. La caída se debe a la desaparición del Insabi este año, que pertenecía a la SSA. En contraparte, el Órgano Desconcentrado IMSS-Bienestar (sustituto del Insabi), erogó 75.7 mmdp, lo que compensó con creces la desaparición de su antecesor.
En suma, al mes de junio la SSA y el IMSS Bienestar gastaron 99.7 mmdp, lo que representa un incremento de 66% (39.6 mmdp) frente al mismo periodo de 2023 cuando sólo existía el Insabi, o de 19% (15.9 mmdp) respecto al mismo periodo de 2018 cuando existía el Seguro Popular. Hasta ahí todo parecen buenas noticias.
El problema es que parte del incremento del IMSS-Bienestar se debe a que algunos recursos que deberían entregarse a las entidades federativas a través del FASSA, se están otorgando directamente al IMSS-Bienestar, de manera que el FASSA registra transferencias a las entidades por 52.3 mmdp, una caída de 13% (8 mmdp) ante 2023 o 13.5% (8.1 mmdp) menos que en 2018.
Para calcular el gasto en salud de las personas sin seguridad social se contempla el gasto de la Secretaría de Salud, Organismo Público Descentralizado IMSS-Bienestar (Ramo 47), Programa IMSS-Bienestar (Ramo 19) y Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA). En conjunto, ascendió a 163 mmdp, un aumento de 25% (33 mmdp) contra 2023 pero sólo 5.9% (9.1 mmdp) más que en 2018. Lo anterior significa que este gasto promedia apenas un aumento de 1% anual. Este incremento palidece frente a la expansión del gasto en salud del sistema que atiende a las personas aseguradas: éste llegó a 221.6 mmdp en junio de 2024; creció 23% (41.1 mmdp) desde 2018.
Para decirlo claro: la creación del IMSS-Bienestar no ha traído un aumento significativo del gasto para las personas sin seguridad social que pueda disminuir la brecha que los separa de las personas aseguradas.
El gasto en salud para las personas sin seguridad social formal tiene, sin embargo, otros pormenores que disminuyen el optimismo respecto al incremento observado durante el año.
En primer lugar, el costo por usuario sigue siendo inferior al cierre del sexenio anterior. A junio de 2024 promedia 2,477 pesos por persona, 13.8% (397 pesos) menos que en 2018. Hay que recordar que en la Administración pasada, la población objetivo del sistema de salud para personas sin seguridad social se basaba en los afiliados al Seguro Popular que, en 2018, ya eran 53.5 millones. Por el contrario, tanto el Insabi como el IMSS-Bienestar identifican a su población objetivo como aquellas con “carencia de acceso a la seguridad social”. El organismo encargado de definir a este grupo es el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Para 2024, se estima que 65.8 millones de personas se encuentran en esta situación2: 12.3 millones más que en 2018. En otras palabras, aunque hay más recursos, al dividirse entre más personas, alcanza para menos.
En segundo lugar, el gran incremento del gasto del IMSS-Bienestar se debe a las enormes transferencias al Fonsabi. Este Fondo ha dejado de financiar enfermedades catastróficas y ha permitido la salida de recursos hacia la Tesorería de la Federación (Tesofe) donde se pierde el rastro del dinero. Al primer trimestre del año, las entregas a fideicomisos suman 13.4 mmdp. Es decir, 182% (8.7 mmdp) más que en 2023. Si descontamos estas transferencias, el gasto en salud para las personas sin seguridad social en 2024 sería de 149.5 mmdp, 2.8% (4.3 mmdp) inferior a la de 2018.
Hasta que se revele en el siguiente año la cuenta pública de 2024, podremos saber con mayor certeza si el gasto transferido a fideicomisos se gastó en salud o regresó a la Tesofe.
La caída del FASSA
Al concentrar los recursos para la salud pública en la Federación, el proyecto del IMSS-Bienestar representa un regreso al pasado. El argumento es mejorar la eficiencia del gasto, pero el riesgo está en la transparencia y rendición de cuentas.
En 1996, se suscribió el Acuerdo Nacional para la Descentralización de los Servicios de Salud con el fin de transferir la responsabilidad y administración de los servicios de sanidad desde el gobierno federal hacia los gobiernos estatales. Este proceso incluía la transferencia de recursos financieros, personal, e infraestructura. La idea era que los gobiernos locales, al estar más cerca de las comunidades a las que servían, podrían responder de manera más efectiva a sus necesidades de salud.
Para sustentar la descentralización, se creó en 1997 un nuevo fondo en la Ley de Coordinación Fiscal: el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA). Su función era otorgar recursos financieros a las entidades según su número de plazas médicas e infraestructura hospitalaria. A partir de 2003, el financiamiento a los servicios de sanidad estatales se fortaleció con el Seguro Popular. Este sistema contaba con programas específicos de transferencia de recursos a las entidades para la compra de medicamentos, inversión, materiales y suministros, así como servicios personales. Esta estrategia se mantuvo con el Insabi.
En otras palabras, los estados recibían recursos del FASSA enfocados principalmente al pago de nómina y del Seguro Popular (luego del Insabi) para el resto de las necesidades médicas. Destaca que los recursos del FASSA están blindados por la Ley de Coordinación Fiscal (LCF) y no se pueden reducir, mientras que aquellos del Insabi e IMSS-Bienestar sí pueden disminuirse, según la planeación federal.
Con el modelo del IMSS-Bienestar se pretende regresar al sistema previo a 1996. Los estados signatarios, a través de convenios de coordinación, transferirán de vuelta la infraestructura y personal médico a la federación y por consecuencia devolverán los recursos del FASSA. Esto es un retroceso para el federalismo que no garantiza mayor eficiencia o transparencia del gasto, ni tampoco mayores recursos.
La pregunta es: ¿qué tantos recursos del FASSA pasarán ahora a la federación? Depende de cada convenio individual que firmen los estados. En términos generales, los convenios han cedido la totalidad de los bienes inmuebles, por lo que deben devolver los recursos de mantenimiento y operación. Esto se refleja en una reducción de 24.7%, o 885 millones de pesos (mdp) frente a 2018 en las partidas de servicios generales, ligadas al componente de administración hospitalaria del FASSA, de aquellos estados que son signatarios. En cambio, en los estados no firmantes, los recursos otorgados (ministrados) por la Secretaría de Hacienda (SHCP) a través del FASSA para servicios generales, aumentaron en 46.8% (297 mdp).
Es posible que los estados signatarios aún reciban recursos de servicios generales porque la cesión de la infraestructura hospitalaria todavía no se ha consolidado por completo. Es previsible que estos recursos se reduzcan aún más en el futuro.
En cuanto al pago de nómina, las entidades ya han federalizado a una parte de sus trabajadores. Siguen siendo los responsables de la relación laboral de la otra parte, pero han comisionado la gestión de los empleados al IMSS-Bienestar. La federalización de la plaza significa que el IMSS-Bienestar asumirá la relación laboral con el trabajador, mientras que la comisión significa que el empleado responderá a las órdenes del IMSS-Bienestar, aunque su vínculo laboral seguirá siendo con las entidades. En el caso de las plazas federalizadas, los recursos FASSA para su financiamiento pasan directamente a la Federación.
Por ejemplo, Puebla ha federalizado el 40% de sus plazas y comisionado el 60%; la Ciudad de México ha federalizado el 31% y comisionado el 69%; y Sonora ha federalizado el 37% y comisionado el 63%. Lo anterior ayuda a explicar la caída desigual en cuanto a los recursos transferidos a las entidades para el pago de personal. En el caso de Puebla, los recursos ministrados por la SHCP para servicios personales tiene un recorte de 56% (997 mdp), la Ciudad de México de 50% (1.2 mmdp) y para Sonora un recorte de sólo 15% (185 mdp).
En suma, en 2024 los recursos ministrados por la Federación para servicios personales para las entidades signatarias registra una caída de 24.8% (7.4 mmdp) frente a 2018. Por el contrario, las entidades no signatarias tienen un aumento de 7.8% (853 mdp).
Cada año se firmarán nuevos convenios de coordinación, por lo que es posible que progresivamente una mayor cantidad de plazas y responsabilidades pasen por completo de las entidades al IMSS-Bienestar. En ese caso, progresivamente el FASSA irá desapareciendo. De momento, todas las entidades afiliadas o no al IMSS-Bienestar, siguen recibiendo recursos del FASSA en diferente magnitud.
Los cambios en materia de gestión de personal e infraestructura, han provocado grandes diferencias en cuanto a la cantidad de recursos del FASSA que las entidades han cedido a la Federación. Frente a 2018, los 23 estados signatarios del IMSS-Bienestar recibieron 18% (8.4 mmdp) menos recursos del FASSA versus 2018, puesto que una parte de esos recursos se dirige directamente al Instituto. Los no signatarios tuvieron un muy limitado aumento de sólo 3% (374 mmdp) frente a 2018.
Se estanca uso del Fonsabi y cae saldo a peor nivel en décadas
Con la creación del IMSS-Bienestar y las distintas modificaciones a la Ley General de Salud (LGS), se esperaba que en 2024 aumentaran las entradas y salidas de recursos del Fideicomiso, lo que incrementa el riesgo de simulación del gasto. Al primer semestre de 2024 no se ha cumplido esta expectativa. Sin embargo, la situación está lejos de ser positiva, ya que el Fonsabi tocó su peor nivel en una década.
Recordemos los antecedentes legales. A finales de 2019 se modificó la Ley General de Salud (LGS) para permitir que los recursos del Fonsabi fueran regresados a la Tesofe cuando el saldo fuera superior a 32 mmdp. Asimismo, en las Leyes de Ingresos de la Federación de 2021 a 2024 se le otorgó a la SHCP la facultad de mandar recursos del Fonsabi a la Tesofe a discreción. Estas facultades permitieron que el 71.4% (229.2 mmdp) de los recursos erogados por el Fonsabi de 2020 a 2023, correspondieran a reintegros a la Tesofe. Una vez que se reintegran, se pierde el rastro de esos recursos.
Para 2024 anticipamos un mayor riesgo de entradas y salidas sin control del Fonsabi, debido a que en enero de este año, en la LGS3 se estableció que las entidades federativas signatarias del IMSS-Bienestar deberían regresar los recursos del FASSA a la Federación a través del Fideicomiso. El principal problema es que no se establecieron mecanismos de rendición de cuentas sobre dichos recursos, por lo que se abrió la puerta a que recursos del FASSA pasarán al Fonsabi y luego hacia la Tesofe.
Al primer semestre de 2024, en los reportes del destino del gasto del FASSA no identificamos que las entidades federativas estén reintegrando los recursos que reciben de este fondo de coordinación fiscal hacia el Fonsabi. Aunque las entradas al Fideicomiso al mes de junio suman 14.8 mmdp, 68% (6 mmdp) más ante 2023; el monto es inferior a lo observado entre 2015 a 2019 y lo registrado en 2021. De hecho, podemos rastrear que los ingresos del Fonsabi provienen de la Federación a través del IMSS-Bienestar y no de las entidades federativas a través del FASSA.
Ahora, una nueva pregunta: ¿por qué las entidades no han mandado sus recursos del FASSA hacia el Fonsabi? En primer lugar, todo apunta a que dichos recursos se están depositando directamente al IMSS-Bienestar. En enero de este año se adicionó al Artículo 30 de la LCF un párrafo que establece que los recursos que correspondan al IMSS-Bienestar, en términos de los convenios de coordinación que éste suscriba con las entidades federativas, se asignarán de origen en el Presupuesto de Egresos de la Federación a dicho organismo. Esto ayuda a explicar por qué el gasto del IMSS-Bienestar se ha incrementado, mientras que el FASSA ha caído, como comentamos anteriormente.
En segundo lugar, en los diferentes convenios entre el IMSS-Bienestar y las entidades, se establece que la transferencia de recursos del FASSA hacia el Fonsabi se realizará mientras no se haya conciliado el traspaso de plazas y recursos a ese organismo. En otras palabras, si ya se finiquitó dicha transición, los recursos del FASSA no tienen por qué pasar por el Fonsabi y se depositan directamente al IMSS-Bienestar.
Es positivo para la trazabilidad del gasto que de momento sólo el IMSS-Bienestar y no las entidades federativas manden recursos al Fonsabi. No obstante, aún se mantienen los riesgos de simulación del gasto que existían en los años anteriores.
Aunque los ingresos del Fonsabi han aumentado en lo que va del año, sus gastos siguen siendo muy elevados. A junio de este año, se registran erogaciones por 28.2 mmdp, prácticamente el doble de los ingresos al periodo (14.8 mmdp). Esto provocó que el saldo del fideicomiso cayera hasta 34.7 mmdp, el peor nivel desde el cierre de 2009. Todo parece indicar que la administración de López Obrador heredará a Sheinbaum un fondo de salud para las personas sin seguridad social inferior al que él recibió de Peña.
Lamentablemente no podemos saber en este momento en qué se están gastando los recursos del Fonsabi. Es probable que de momento no se hayan registrado grandes salidas hacia la Tesofe, ya que los gastos al período son inferiores a los observados entre 2021 y 2023. No obstante, hasta la publicación de la Cuenta Pública de este año, no lo podremos saber con precisión.
Sube gasto de hospitales de la SSA, pero de forma insuficiente
A pesar de la desaparición del Insabi, la Secretaría de Salud aún mantiene la responsabilidad de financiar la operación de los principales hospitales públicos de alta especialidad. Al respecto, se registran al mes de junio varios centros con incrementos en su gasto, pero la mayoría sigue sin despuntar frente a años anteriores.
Por ejemplo, el Hospital General Dr. Eduardo Liceaga ha ejercido 2.1 mmdp, un crecimiento real de 1.3% (28.5 mdp) frente al año anterior, pero se encuentra por debajo de los 2.4 mmdp logrados en la primera mitad de 2021.
La Comisión Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia gastó 1.7 mmdp, al segundo trimestre, un crecimiento real de 246% (1,211 mdp) contra 2023, pero se mantiene por debajo de los 2.1 mmdp alcanzados a junio de 2022. Hay que recordar que esta comisión es la encargada del Programa Nacional de Vacunación.
De igual manera, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios reporta un fuerte crecimiento por 87% (395.9 mdp) en su gasto con respecto a 2023; al segundo trimestre ya erogó 849 mdp. Si bien se trata de su mayor monto del sexenio para un primer semestre, se mantiene por debajo de los 920 mdp ejercidos en el mismo periodo de 2018.
Asimismo, la Comisión Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva presenta un crecimiento real de 88% (81.2 mdp) frente al año anterior, con 174 mdp ya desembolsados al segundo trimestre del año. Sin embargo, se encuentra 87.5% por debajo (1,212 mdp) de fines del sexenio pasado.
También hay centros con recortes. El Instituto Nacional de Cancerología presenta un gasto de 797 mmdp, una caída de 0.3% (-2.3 mdp) frente al mismo periodo de comparación, e inferior a los 960 mmdp de 2021. Destaca que el ejercicio de recursos de este Instituto es prácticamente el mismo que hubo en 2018, al cierre del sexenio pasado.
Compra de medicamentos: ganan asegurados al IMSS
El gasto total en medicamentos ascendió a 59.8 mmdp al segundo trimestre del año: un monto histórico no visto en los últimos ocho años, esto implicó un crecimiento real de 36.1% (15.8 mmdp) frente a lo ejercido al segundo trimestre de 2023. Al mes de junio se tenía aprobado ejercer 46.1 mmdp en este rubro. Sin embargo, alcanzó los 59.8 mmdp, por lo que hay un sobregasto de 29.7% (13.6 mmdp) frente a lo programado para el periodo.
El crecimiento de lo erogado en medicamentos es desigual entre las instituciones que atienden a las personas con y sin seguridad social. Esto lo podemos ver al comparar los montos del IMSS o del ISSSTE, instituciones que brindan servicios de salud a los trabajadores asegurados, contra los mismos rubros del IMSS-Bienestar y de SSA que atienden a las personas sin seguridad social.
Al segundo trimestre, el IMSS destinó 41.2 mmdp a medicamentos, 32% (10 mmdp) más respecto al mismo periodo del año anterior. El ISSSTE erogó 10.2 mmdp, 57.7% (3.7 mmdp) más que en 2023.
Por el contrario, el IMSS-Bienestar en su primer año de funcionamiento, apenas dispuso de 3.6 mmdp. A esto hay que sumarle que en la Secretaría de Salud ese concepto disminuyó 29.3% (1.7 mmdp) frente a 2023, como reflejo de la transición del Insabi hacia el IMSS-Bienestar. En conjunto, ambas instituciones suman 7,931 mdp, un incremento de 31% (1,921 mdp) frente a 2023, cuando sólo operaba el Insabi.
Si bien, el crecimiento en el gasto en medicamentos para las personas sin seguridad social es positivo, preocupa que sea menor en porcentaje y magnitud al aumento de las personas aseguradas.
Gasto en salud para personas con seguridad social
El incremento en el gasto en salud durante el segundo trimestre del año no benefició a todos los programas enfocados a personas con seguridad social.
En el caso del IMSS, tres de los seis principales programas de servicios de salud mostraron un aumento significativo. Atención a la Salud incrementó en 7.9% (10.6) para colocarse en 145.7 mmdp, pero se mantuvo por debajo de los 152.7 mmdp de 2021. El programa de Apoyo Administrativo creció 56.2% (13.1 mmdp) hacia los 36.4 mmdp, el mayor monto del sexenio, pero inferior a 2017. Por último, el programa de Proyectos de Infraestructura Social experimentó un alza de 166.7% (2.2 mmdp) para llegar a 3.5 mmdp, el mayor monto desde 2016 que se tiene registro trimestral.
Por el lado contrario, el programa de Atención a Salud en el Trabajo cayó 6.8% (41 mdp) frente al año anterior, para colocarse en 572.2 mdp, el peor monto registrado. De igual forma, el gasto del Programa de adquisiciones se desplomó 87.1% (40 mdp) contra el mismo periodo de comparación. Por último, el gasto en prevención y control de enfermedades (vacunación) disminuyó 1.8% (53 mdp) desde 2023.
En el caso del ISSSTE, se reporta un incremento en los principales programas de salud para los trabajadores del Estado, sin embargo, hay un subejercicio en tres de los cinco principales programas.
Por ejemplo, en el programa de Atención a la Salud, hubo un crecimiento real de 21.6% (3.3 mmdp) frente a 2023 para llegar a los 18.6 mmdp, sin embargo se gastó sólo 67.6% del presupuesto que se tenía programado al segundo trimestre. En el caso del programa de Suministro de claves de medicamentos, el desembolso fue por 10.4 mmdp: 60% (3.9 mmdp) más frente a 2023, pero se ejerció sólo el 72.2% del presupuesto programado.
Los gastos en programas para la salud de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Secretaría de Marina (Semar) presentan un crecimiento real de 17.1% (0.55 mmdp) y 23.5% (0.4 mmdp), respectivamente. Hay que aclarar que aún con este incremento el gasto de la Sedena se encuentra 17.4% (0.79 mmdp) por debajo de lo reportado en 2018, mientras que el gasto en salud de la Semar es el más alto registrado desde que hay información.
- Gasto en función salud, distinto al gasto neto de la Secretaría de Salud, el cual incluye erogaciones en las funciones de Protección Social. ↩︎
- Estimado de 2024 a partir de cifras de Coneval para 2022 ajustado por el crecimiento poblacional. ↩︎
- Según el Cuarto Transitorio de la Ley General de Salud de 2024, las entidades federativas que suscriban los convenios de coordinación (con el IMSS-Bienestar) continuarán recibiendo los recursos del FASSA y deberán transferirlos al Fonsabi junto con los rendimientos financieros. ↩︎