Incongruente con Plan México el presupuesto 2025 para educación y ciencia
El gasto para Educación más Ciencia, Tecnología e Innovación para 2025 es el más bajo en 18 años en relación al PIB y limitará las ambiciones de desarrollo que Claudia Sheinbaum planteó en su Plan México.
La prensa la ha denominado la “presidenta científica”; sin embargo, Claudia Sheinbaum, ha destinado el peor nivel de inversión en Educación más Ciencia, Tecnología e Innovación en 18 años: tan sólo el 3.06% del Producto Interno Bruto (PIB). Esta baja inversión en su primer año de gobierno limitará las ambiciones que ella misma planteó en el Plan México. Entre otras metas, buscaba ampliar el acceso a la educación superior y fortalecer el desarrollo científico. Con tan pocos recursos, se ve poco factible.
La menor importancia del presupuesto en educación y ciencia no solamente provocará que el Plan México no tenga el suficiente empuje para cumplir las metas de crear empleos bien remunerados; también se dificultará la proveeduría local en las empresas, la sustitución de importaciones, y no hablemos del anhelo de colocar a México en el Top 10 de las economías mundiales…
Para que el sector privado aumente su inversión, no sólo es importante que los Gobiernos den certeza jurídica (algo que con la reciente reforma al Poder Judicial queda en entredicho), sino que se impulse el avance tecnológico con herramientas presupuestales. Así es como Gobierno y sector privado “empujan” por igual la carreta del desarrollo.
¿Qué explica el castigo presupuestario de estos rubros?
Luego del gran endeudamiento del ex-presidente López Obrador en 2024, la nueva administración de Claudia Sheinbaum se ha visto obligada a realizar un ajuste fiscal a gran escala en el presupuesto para 2025 en sectores como salud, seguridad o inversión. La educación no se vio tan afectada, pero sus recursos se han mantenido estancados desde 2016. En cambio, la asignación para ciencia y tecnología sí se redujo. Cabe aclarar que no todos los rubros fueron castigados: las becas y pensiones del bienestar incluso tuvieron aumentos, lo que refleja las verdaderas prioridades del Gobierno.
En suma, el presupuesto conjunto de Educación más Ciencia, Tecnología e Innovación será de 1.1 billones de pesos en 2025, apenas 0.7% o 7.8 mil millones de pesos (mmdp) más que lo aprobado en 2024, pero 7% menor (83.2 mmdp) al máximo de 2015.
Debido a que según Hacienda el PIB de México crecerá 2.5% en 2025, el peso del gasto en educación y ciencia respecto al tamaño de la economía pasará de 3.1% del PIB en 2024 a 3.06% en 2025, que es el peor nivel desde 2008 que hay registro. Para decirlo más claro: aunque hay un ligero aumento en millones de pesos, pierde prioridad.
Gasto educativo estancado
El estancamiento del gasto educativo no es algo nuevo. A partir del año 2016, el ex presidente Enrique Peña Nieto realizó un ajuste fiscal que afectó diferentes rubros, como el educativo. Desde entonces no se ha logrado recuperar el máximo alcanzado en 2015 por 1.1 billones de pesos (a precios constantes de 2025), y que representó el 3.5% del PIB.
Para 2025 se proyectó un presupuesto educativo de 1.03 billones de pesos o 2.9% del PIB, una reducción de 0.5% (5 mmdp) respecto a 2024. Sin embargo, luego de que varias universidades públicas se manifestarán en contra de los recortes presupuestales, el gobierno aseguró que había un “error”. Así, se realizaron ampliaciones para 13 universidades por 17.6 mmdp que, asumimos, impactarán directamente al presupuesto en la clasificación funcional Educación. Así, el presupuesto educativo llegará a 1.05 billones de pesos, 1.2% (12 mmdp) más que en 2024.
El ajuste será insignificante, ya que el presupuesto educativo seguirá siendo de 2.9% del PIB, muy por debajo del 3.5% logrado en 2015. De hecho, no tiene comparación con lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) recomienda a los gobiernos: gastar entre 4 y 6% del PIB en educación. Tampoco se compara con el promedio global de 4.6%; ni con el de América Latina de 4.9%. El gasto educativo es la principal herramienta para romper los ciclos de pobreza y promover la movilidad social y mejorar la productividad del país. El estancamiento en este rubro —en éste y otros sexenios— indica que estas metas no son prioridad.
El limitado gasto en educación en México, en comparación con otros países, podría estar ocasionando el bajo desempeño en pruebas internacionales como PISA (siglas en inglés de Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes). Los resultados de estas pruebas reflejan un panorama alarmante. En matemáticas, México obtuvo 395 puntos, muy por debajo del promedio de 472 puntos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y de otras economías de ingreso medio como Chile (412), Letonia (483) y Polonia (489). En lectura, los resultados son similares: México alcanzó 415 puntos, frente a los 476 de la OCDE, 448 de Chile, 475 de Letonia y 489 de Polonia. En ciencias, la situación no mejora, con México registrando 410 puntos, 75 menos que el promedio de la OCDE (485).
Becas ganan peso en el presupuesto
No sólo el presupuesto educativo se ha mantenido estancado, sino que ha cambiado radicalmente su composición y, por consiguiente, su impacto. Nos referimos a que los programas de becas han tomado mayor importancia en el presupuesto. De 2009 a 2018, las becas representaron, en promedio, el 6% del gasto en Educación. En 2025, representarán el 13% del gasto educativo, su mayor proporción histórica.
Otra forma de medirlo es que, mientras en 2015 los programas de becas sumaban 64 mmdp, para 2025 han incrementado en 108%, un aumento de 132 mmdp. En contraparte, otros rubros del gasto educativo han sido fuertemente castigados. Por ejemplo, los recursos para la Prestación de Servicios Públicos para la Educación (salarios de maestros, equipo y material educativo) pasaron de 210 mmdp a 167 mmdp, un recorte de 20% (43 mmdp). También se ha reducido el presupuesto de inversión en infraestructura, evaluación y los recursos estatales.
Los programas de becas permiten ampliar el acceso a la educación, pero es una medida insuficiente. Es necesario destinar recursos a mejorar la infraestructura de los planteles educativos, la calidad docente, los planes de estudio o recursos pedagógicos, para asegurar la permanencia de los estudiantes y una educación de calidad. El incremento aislado en el presupuesto de becas, a costa de otros rubros importantes, indica que no existe una estrategia integral en la materia, sino una estrategia de política clientelar.
En programas de licenciatura y maestría, México registra un 32% de porcentaje de graduación. Comparado con el promedio de América Latina y el Caribe (46%), México se encuentra 14% por debajo. Cabe mencionar que incluso este promedio regional ya es considerado bajo en estándares internacionales; por ejemplo, el Banco Mundial señala que está muy lejos del 67% de Estados Unidos. Es necesario replantear las estrategias del gasto educativo para solucionar este problema.
Compensación insuficiente a universidades
El mismo 15 de noviembre que se hizo público el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2025, varias universidades públicas se coordinaron para exigir que sus presupuestos no fueran recortados frente a lo aprobado en 2024. Si bien la mayoría obtuvo una compensación en la aprobación del presupuesto, este incremento es insuficiente para recuperar el gasto de estos centros de educación superior.
Por ejemplo, inicialmente la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) había recibido un presupuesto de 39.5 mmdp, que era 15% (7 mmdp) menor al de 2024. Luego de la discusión presupuestaria en el Congreso, la UNAM recibió una ampliación presupuestaria de 7.1 mmdp con lo que su presupuesto se mantuvo al mismo nivel que en 2024. Aunque la máxima casa de estudios de México se libró de un recorte frente al año pasado, aún se mantiene muy por debajo de sus mejores niveles. Frente a 2011, cuando ejerció 50 mmdp, su presupuesto para este año será 7% (3.5 mmdp) inferior.
Este estancamiento de décadas en la UNAM, explica la menor capacidad de la universidad para aceptar a nuevos estudiantes. Según estadísticas de la propia institución, en promedio, entre 2004 y 2024, sólo el 10% de los estudiantes que presentaron examen de admisión fueron aceptados. No obstante, entre 1999 y 2003 se logró una tasa de ingreso de 15% en promedio.
La situación es similar en materia de presupuesto con otras universidades públicas del país. Tanto la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Universidad Autónoma de Chapingo, el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) o el Instituto Politécnico Nacional (IPN) contarán en 2025 con un presupuesto inferior a lo alcanzado en sexenios anteriores.
La única institución pública de educación superior con incrementos considerables para el siguiente año, serán las Universidades para el Bienestar creadas en 2019. En 2025 contarán con 3 mmdp, 88% (1.4 mmdp) más que en 2024. No obstante, es evidente que este incremento no compensa la histórica caída presupuestaria en el resto de universidades.
De no incrementarse los recursos destinados a las universidades, difícilmente México logrará los índices educativos de otros países. Hay que recordar que en México sólo el 27.2% de la población de 25 a 32 años cuenta con educación superior, la peor proporción dentro de la OCDE. En promedio, en estos países miembros, el 47% de la población de ese rango de edad cuenta con educación superior.
Ciencia sin apoyo: el presupuesto de 2025 es un retroceso
En 2025, el presupuesto destinado a Ciencia, Tecnología e Innovación será de apenas 57.8 mil millones de pesos (mmdp), lo que representa un recorte del 7.4% (4.6 mmdp) en términos reales frente al monto aprobado para 2024. Esto será apenas el 0.16% del PIB, mucho menor al 0.28% que alcanzó en 2015 durante la administración de Enrique Peña Nieto (EPN), cuando llegó al máximo histórico de 89.9 mmdp. En total, el presupuesto de 2025 será un 35.7% (32 mmdp) menor al punto más alto logrado, una alarmante disminución en el apoyo a la ciencia y la tecnología en México.
Para dimensionar, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) recomienda que los países inviertan al menos el 1% del PIB en ciencia y tecnología. En América Latina, el promedio es del 0.6% y Brasil destina hasta el 1.2%. En contraste, las potencias líderes en desarrollo tecnológico, como Estados Unidos, China, Japón y Corea del Sur, invierten el 2.8%, 2%, 3.2% y 4.5% respectivamente, subrayando el enorme rezago de México en este sector clave para el futuro.
La limitada inversión en ciencia afecta de modo directo el número de patentes. En 2023, México registró 15,630 solicitudes de patentes, lo que representó el 28% de las 55,200 solicitudes realizadas en América Latina y el Caribe. Aunque esta cifra refleja la relevancia de México en la región, se encuentra muy por debajo de las 25,369 solicitudes registradas por Brasil, una diferencia de casi 10 mil patentes.
Al analizar estas solicitudes en proporción a la población, México alcanzó 119 patentes por millón de habitantes, superando el promedio regional de 86, pero aún por detrás de países como Chile, con 163, y Brasil, con 120. Que un país genere menos patentes que otro puede tener implicaciones significativas para su desarrollo económico, su capacidad de innovación y su competitividad en el mercado global.
Si analizamos el presupuesto en ciencia de manera histórica, observamos que sectores clave para el desarrollo económico y el bienestar social, como son el agrícola, empresarial, energético e incluso la innovación para mejorar el medio ambiente y el mejor uso de los recursos naturales, han quedado muy debilitados.
Por ejemplo, el presupuesto para la promoción de la ciencia y tecnología de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) es 80.9% (7.1 mmdp) menor a lo ejercido en 2015. Hay que señalar que este sector es uno de los que mayor demanda tiene para el desarrollo de tecnologías y métodos para riego y cultivo, necesarias para que el campo ofrezca alimentos de calidad.
El presupuesto para la promoción de los avances tecnológicos y científicos de la Secretaría de Energía (Sener), que apoya investigaciones en materia petrolera, eléctrica y nuclear, es 68.7% (1.7 mmdp) inferior a 2015. Con un menor presupuesto para el sector energético se ve complicado que México pueda aprovechar de manera eficiente y amigable con el medio ambiente sus recursos naturales —como el petróleo—, además de poder satisfacer la demanda de energía del país.
También se han recortado los recursos para el desarrollo de innovación y tecnología medioambiental. El presupuesto de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para la promoción de la ciencia es 52.4% (0.4 mmdp) menor a lo reportado en 2015. Este recorte disminuye los recursos para investigaciones científicas relacionadas a la mitigación y adaptación del cambio climático.
Nueva Secretaría de Ciencia nace debilitada
La nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti), será el principal ente promotor de la ciencia, tecnología e innovación en México. No obstante, nace con recortes presupuestarios comparada con los recursos que manejaba cuando se le conocía como Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt). La Secihti para 2025 contará con un presupuesto de 33 mmdp, lo que implica un recorte de 3.7% (1.3 mmdp) frente al monto aprobado para 2024 del Conahcyt, y es 36.3% (18.8 mmdp) menor a lo ejercido en 2015 cuando llegó a invertir hasta 51.7 mmdp para la promoción de la ciencia en el país.
Es más, este presupuesto de la Secihti es el más bajo para la promoción de la ciencia desde 2011, un retroceso presupuestario de 14 años en los recursos para la principal entidad encargada del desarrollo tecnológico y científico del país.
Una década de recortes presupuestarios en ciencia y tecnología
A partir de 2015 el presupuesto enfocado a la ciencia comenzó a reducirse progresivamente, lo que provocó la desaparición de varios programas en los años subsecuentes. Muchos desaparecieron desde 2016 y otros cuantos en 2019, con la llegada de López Obrador. Con Claudia Sheinbaum no desaparecen programas en su primer año de Gobierno, pero vale la pena destacar que el Secihti contará con sólo seis programas, cuando en 2015 el Conacyt llegó a contar con alrededor de una veintena (entre los que se creaban y los que desaparecían).
La desaparición de 11 programas en la última década conlleva una desarticulación de los esfuerzos del gobierno para promover la ciencia, tecnología e innovación. El apoyo a la innovación queda reducido a la entrega de becas a investigadores de posgrado y para aquellos que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores, pero abandona el alcance a otros actores como son: empresas, entidades federativas y sectores productivos.
Mencionemos, como ejemplo, el programa Innovación Tecnológica para negocios de alto valor agregado. En 2014 llegó a contar con recursos de hasta 6.5 mmdp y operaba como un instrumento de financiamiento para fomentar en las empresas privadas la investigación, la innovación y el desarrollo de tecnología. En 2016 este programa cambió de nombre a “Innovación tecnológica para aumentar la productividad de las empresas” y existió hasta 2019. Así, desde 2020 no se cuenta con un programa enfocado únicamente a la innovación en empresas sin importar su tamaño. Si bien hay presupuesto para los Programas nacionales estratégicos de ciencia, tecnología y vinculación con el sector social, público y privado; éstos atienden a un amplio espectro de población, y están enfocados en gran parte a la investigación académica.
Aparte, sufren de limitaciones operativas y presupuestarias: se cuenta con 1.45 mmdp, que son inferiores a los 6.5 mmdp que se destinaban sólo para la promoción de la innovación en las empresas. Estos limitados recursos deben destinarse entre un grupo más amplio de beneficiarios. En términos operativos, estas iniciativas están prioritariamente enfocadas en el desarrollo de tecnologías, siempre que su destino sea atender necesidades del gobierno.
Tanto el presupuesto educativo y aquel enfocado a ciencia, tecnología e innovación han sufrido recortes importantes a lo largo de la última década. Irónicamente, los apoyos en becas educativas y científicas se han mantenido o incrementado. Si bien, es favorable que se apoye al desarrollo académico de la ciencia mediante transferencias directas, es primordial que también se dé un impulso a la innovación y el desarrollo tecnológico por parte de las empresas y sectores estratégicos.
De acuerdo con el economista turco Dani Rodrik (2019), es necesario que el Gobierno impulse la innovación en sectores con el potencial de abrir nuevos paisajes industriales para el sector privado. De ahí la importancia de que se promuevan programas presupuestarios enfocados en expandir la educación, innovación y el desarrollo tecnológico, permitiendo la transferencia de conocimientos y tecnologías entre sectores productivos. Todo ello favorece el crecimiento sostenible y la confianza en el desarrollo económico a largo plazo.
Es positivo pero insuficiente que el Plan México busque fortalecer la participación del sector privado en la economía. Si se quiere promover el desarrollo científico y tecnológico, es imprescindible que el Gobierno también empuje la innovación con sus propias herramientas fiscales.