Precio de gasolinas en México
La Secretaría de Hacienda ha modificado el Impuesto federal a gasolinas de manera semanal, esto puede complicar el cumplimiento de metas fiscales.
La Secretaría de Hacienda ha modificado el Impuesto federal a gasolinas de manera semanal, esto puede complicar el cumplimiento de metas fiscales.
Aquí se presentan indicadores de las finanzas públicas en México.
Nuestro resumen: el balance público fue negativo (-42 mil millones de pesos). Pemex y CFE fueron los que generaron dicho déficit, ya que el Gobierno federal tuvo un balance positivo (1 mil millones de pesos).
Por primera vez en un enero, después de 2015, los ingresos menos gastos (Balance primario) del Gobierno federal son suficientes para el pago de intereses de la deuda.
Los primeros números completamente atribuibles a la administración de López Obrador
¿Qué nos dicen los principales indicadores de finanzas públicas al primer mes de 2019?
Puntos clave
Se observó un balance del Gobierno federal positivo y fortalecido respecto al año anterior. Aunque si se considera la situación de Pemex y CFE dicho balance (del sector público en conjunto) presenta un retroceso. Las empresas productivas del estado presentaron un balance negativo de -103 mil millones de pesos. Dicho balance repercutió en el endeudamiento neto de Pemex de 61 mil millones de pesos.
El balance primario del Gobierno federal presentó al primer mes un incremento, respecto al mismo mes del año anterior, de 239% real. Sin embargo, el costo financiero se incrementó en 35% real, siendo el costo para el pago de intereses más alto de un enero desde 1990.
Por vez primera en un enero, después de 2015, los ingresos menos gastos del Gobierno federal son suficientes para el pago de intereses de la deuda. Preocupa la continua presión que genera que el incremento constante de los intereses de la deuda en las finanzas públicas.
Gasto público
El gasto total del Gobierno federal observó una disminución de 2.1% real respecto a enero de 2018. Esta disminución estuvo impulsada por el recorte en las Adefas (adeudos de ejercicios fiscales anteriores) y en inversión física. Por el contrario, el costo financiero y los “subsidios/transferencias se incrementaron en 35% real y 4.7% real, respectivamente.
A pesar que la inversión física del Sector público se incrementó en 14% real respecto al año anterior, la totalidad de este incremento fue para las Empresas productivas del Estado (PEMEX y CFE). Esto se concluye porque la inversión física del Gobierno federal se redujo en 11% real. Preocupa que en sectores donde puede haber inversión privada, la inversión pública se distraiga de sectores prioritarios que den atención a la población. De igual manera, el gasto de adeudos de ejercicio fiscales anteriores.
Los ingresos del Gobierno federal en enero de 2019 aumentaron 4.1% real (15 mil millones de pesos), respecto a lo observado en enero de 2018. El aumento fue impulsado por ingresos petroleros (transferencias de Pemex a Gobierno federal) e ingresos tributarios, especialmente el ISR y el IEPS a gasolinas y diésel. Al mismo tiempo los ingresos por IVA disminuyeron 12.3% real (12 mil millones de pesos).
Los recursos transferidos a los estados y municipios por el Gobierno federal –Ramos 28, 25 y 33- incrementaron respecto a enero del año anterior 1.4% real. Esto tuvo tres componentes que no fueron en el mismo sentido. Por un lado, las Aportaciones federales (Gasto etiquetado) incrementó 4.2%, por otro las Participaciones (Gasto no etiquetado) disminuyeron en 1.2% real. Los recursos para el Seguro Popular disminuyeron en 46% real.
La totalidad de recursos necesarios (RFSP[3]) por el Sector Público, en enero, fue de 18.4 mil millones de pesos. Para un mes de enero se situó en un nivel similar a lo observado en 2017 y 2014. Aunque no superó los montos requeridos en 2009, 2015 ó 2016, es necesario continuar con seguimiento puntual de este indicador para conocer el endeudamiento neto del sector público.
La deuda pública federal en su más amplia versión (Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, SHRFSP) ascendió a 10 billones 460 mil millones de pesos a enero de 2019. De la información que aquí se consideró y reportó a enero, no incluye la noticia de la baja de la perspectiva de la calificación crediticia de Pemex[4]. Esto pudiera agravar la situación del incremento en el gasto en intereses de la deuda al hacer más costoso el endeudamiento del sector público.
Es importante hacer notar que sin modificar las reglas de trasferencias de recursos y la recaudación tendremos un escenario particular en 2019:
Las cifras de finanzas públicas al cierre de 2018 ya están disponibles. ¿Qué nos dicen los principales indicadores al cierre de un año electoral?
Puntos clave
Los ingresos del Gobierno federal fueron menores a sus gastos en 2018, por lo que, su balance total[3] fue negativo; presentó un déficit 2.1% del PIB[4].El Sector Público- que considera el Gobierno federal, Pemex, CFE, al IMSS, al ISSSTE y otros entes- presentó un balance de -495 mil millones de pesos (-2% del PIB)
Se observó un balance del Gobierno federal más debilitado respecto al año anterior. Aunque si no se considera la recepción del Remanente de Operación del Banxico en 2017, la situación tuvo una mejoría del 14% real.
A pesar que el balance primario- ingresos menos gastos antes del pago de intereses de la deuda- presenta una mejoría respecto a 2012, en relación al cierre de 2017 presenta un retroceso. Aumentó la cantidad de recursos faltantes para pagar los intereses de la deuda incurriendo en endeudamiento.
El gasto total del Gobierno federal observó un incremento de 20% real respecto a 2012. Este aumento estuvo impulsado por subsidios y transferencias de gasto corriente, el costo financiero y las participaciones federales, lamentablemente se sacrificó la inversión pública.
Desde 2014, se observa un franco retroceso en la composición del gasto público, pues la proporción inversión física/gasto corriente se mantiene más baja, en relación al pasado, lo que reduce el posible impacto del gasto público en la economía. El gasto corriente se incrementó en 45% real respecto a 2012, mientras que la inversión física creció 17% real.[5]
Los ingresos del Gobierno federal de 2018 aumentaron 24% real (760 mil millones de pesos), respecto a lo observado en 2012. El efecto preponderante fue impulsado por la reforma fiscal, por ingresos tributarios, especialmente el ISR y el IEPS a gasolinas y diesel. Al mismo tiempo los ingresos petroleros del Gobierno federal disminuyeron 54% real (629 mil millones de pesos).
La política de ingresos del sexenio (2013-2018) respondió adecuadamente a la caída de ingresos petroleros, estableciendo impuestos a la gasolina, sin embargo, los mayores ingresos no fueron suficientes para equiparar el nivel del gasto. También se optó aumentar los ingresos provenientes del endeudamiento.
La deuda pública federal en su más amplia versión (Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, SHRFSP) incrementó 41% real (3 billones 077 mil millones de pesos) comparado con lo observado al cierre de 2012. Para el cierre de 2018 ascendió a 10 billones 550 mil millones de pesos.
Derivado de lo anterior, no se esperan ingresos excedentes tan altos -como en años anteriores- para financiar sobre ejercicios discrecionales como los observados históricamente en los rubros de “Publicidad Gubernamental”, “Presidencia” y programas discrecionales del Ramo 23 como “Fortafin”. No obstante, continúa siendo posible modificar el presupuesto durante el año y financiar posibles sobre ejercicios con otras bolsas discrecionales, como recortes a otros rubros de gasto o recursos del endeudamiento público.
Es importante aclarar, que actualmente se propone que el superávit primario se financie con recortes al gasto público y no con ingresos extraordinarios provenientes de liquidar las reservas internacionales del Banxico, como sucedió en la administración anterior.
A pesar de la mejora en el Balance primario, este sigue siendo insuficiente para pagar los intereses de la deuda. Por ese motivo, será necesario endeudarse para pagar la totalidad de los intereses de la deuda. Para pagar los intereses sin pedir prestado, el superávit primario debería ser 3% del PIB pero se propuso que sea 1% del PIB.
Se planea invertir 91 centavos por cada peso de endeudamiento para el sector público, cuando en 2018 se invirtió 80 centavos por cada peso de endeudamiento aprobado. Esto sugiere una mejor composición del Paquete Económico.
Ante este contexto, en el Paquete Económico 2019 se proyecta un escenario nada alentador, un crecimiento económico plano durante todo el sexenio, sin aumento de los ingresos públicos en proporción al PIB. No se tiene prevista una propuesta definida para cambiar el marco económico y fiscal en el mediano plazo, de tal forma que desde 2019 ya se tuviera un plan concreto con base en el cual poder emitir mejores proyecciones de la situación fiscal. Es necesario ampliar el espacio fiscal para aumentar los gastos en salud, educación así como la inversión, entre otros.
Lo anterior confirma lo que México Evalúa junto con todas las organizaciones que integran el Colectivo Peso han señalado desde hace más de tres años; que el gobierno carece de una función: la planeación de las finanzas públicas en el mediano y largo plazo. Sin esta función será difícil financiar servicios públicos suficientes y de calidad para superar la pobreza y alentar e crecimiento económico. Es muy difícil que un equipo de transición pueda construir una propuesta bien definida en tan poco tiempo, esto limita las posibilidades de mejorar el escenario fiscal en el mediano plazo. Insistimos en que es indispensable crear un verdadero Consejo Fiscal en el Congreso; apartidista, con autonomía presupuestaria y de gestión y voz pública, que evalué la política fiscal que haga prospectiva de finanzas públicas y sea capaz de emitir recomendaciones de política pública. En el Paquete económico 2019 no se propone la creación de un Consejo Fiscal.
El gasto en inversión tiene mayor efecto multiplicador que el consumo. Además, la propuesta de inversión es una decepción; privilegia al sector energético, mientras la inversión en infraestructura de salud, educación y servicios básicos se mantiene estancada. Esto sugiere que se propone un esquema en el cual el estado intensifica sus recursos hacia el sector energético, en lugar de destinarlos a la formación de capital humano que es el prerrequisito para aumentar el ingreso de las personas y promover la movilidad social. Es un retorno a un esquema anterior que se intentaba superar, porque en el pasado no dejó buenos resultados. Se tiene una deuda social que para saldarse requiere de la presencia de la inversión pública, en donde la iniciativa privada no tiene incentivos a invertir por sí sola, como sí los tiene para invertir en el sector energético.
Un punto negativo en los nuevos programas de inversión, catalogados como prioritarios por esta administración, es que su gasto se está aprobando en partidas provisionales[2] que no explican en qué rubros específicos se planean gastar dichos recursos. Esto no ayuda a la rendición de cuentas. Un ejemplo de esto es el programa “Provisiones para la modernización y rehabilitación de la infraestructura aeroportuaria y de conectividad”, que tiene un monto asignado de 18 mil millones de pesos en dos Secretarías. La Secretaría de la Defensa Nacional cuenta con un presupuesto 15 mil millones pesos para dicho proyecto, mientras que los otros 3 mil millones se proponen para la SCT.
Existe evidencia de la Auditoría Superior de la Federación sobre la ineficiencia y la opacidad en la ejecución de los proyectos de infraestructura por la Sedena. Por ejemplo iniciar proyectos con una planeación incompleta (o sin planeación), llevando a ajustes excesivos en tiempo y presupuesto. Un caso emblemático es el caso de la barda perimetral del NAIM. [3]
Por otro lado, en la ILIF 2019 se propone que la Secretaría de Hacienda pueda decidir durante el año la asignación de los ingresos por recuperaciones de capital, un tipo de ingreso por aprovechamientos, pero sin obligarla a que rinda cuentas al Congreso sobre esa asignación. Esto permite la discrecionalidad.
Tampoco se avanzó en la transparencia de los ingresos por aprovechamientos. En la ILIF 2019, 90% de los mismos continúa sin desglosarse, sigue siendo un misterio el origen de estos ingresos.
El contexto político que enfrenta nuestro país es de cambio y puede generar incertidumbre, especialmente, cuando se trastocan las expectativas económicas de los individuos o empresas. Si bien es necesario llevar a cabo reformas, también es fundamental tener cautela y analizar previamente las propuestas y sus impactos, macroeconómicos y fiscales, en el corto, mediano y largo plazos.
En el marco del cambio de gobierno, se están proponiendo continuamente reformas, algunas de las cuales han generado gran preocupación en la opinión pública por los efectos adversos que pueden ocasionar en las condiciones económicas.
En particular, citamos las propuestas de modificar el mandato del Banco Central y la de prohibir el cobro de varias comisiones bancarias. Cuando esta última derivó en una fuerte caída de la Bolsa Mexicana de Valores y el desplome de las acciones de los bancos, el propio equipo de transición de la Secretaría de Hacienda, manifestó que el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP)- que ya existe en la Cámara de Diputados- debe ser fortalecido en su gobernanza y funciones, y previamente consultado para que produzca un reporte sobre el impacto macroeconómico de las propuestas legislativas. Quizás si el CEFP hubiera sido consultado a tiempo, se hubieran evitado estos efectos negativos.
En ese sentido, hacemos un llamado al Congreso, la Junta de Coordinación Política, la Mesa Directiva, y las Comisiones de Presupuesto y Hacienda en la Cámara de Diputados, para fortalecer al CEFP. Este Centro, con el diseño institucional adecuado, puede contribuir a generar análisis y evidencia serios que respalden y fomenten una toma de decisión más informada y un ambiente de mayor certidumbre.
El Congreso debe profesionalizar su labor y estar a la altura de los retos actuales, transformando al CEFP en un órgano apartidista, con mayor capacidad técnica, que goce de autonomía técnica y de gestión -como ya ocurre con la Auditoría Superior de la Federación (ASF)- y con libertad de hacer su plan de trabajo. También debe promoverse que el Centro sea una voz autorizada en los debates sobre temas macroeconómicos, financieros y fiscales. Asimismo, debe garantizarse que los nombramientos, tanto de su director como el resto de su personal, estén libres de la intervención de los partidos políticos, sean idóneos y con un término de duración de su mandato preestablecido. Estas atribuciones deben estar plasmadas en una ley propia del CEFP, y no en un reglamento.
Dentro de sus principales funciones deben estar: 1) analizar variables y contexto macroeconómico, 2) realizar estudios de impacto presupuestario y macroeconómico en el corto, mediano y largo plazos, 3) monitorear y evaluar las finanzas públicas, 4) revisar algunas iniciativas previo a su presentación, especialmente aquellas más sensibles de presentar impactos macroeconómicos, financieros y fiscales 5) evaluar el cumplimiento de las reglas fiscales, y 6) evaluar y analizar la sostenibilidad y salud de las finanzas públicas en el mediano y largo plazos, entre otras.
Es necesario que exista un artículo transitorio en la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, o en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, que asegure la expedición de la Ley del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas.
Se avecina un sexenio de muchos cambios. En un contexto democrático es indispensable promover un diálogo honesto, abierto e informado para prevenir efectos no deseados y evitables en las expectativas de los ciudadanos, las empresas y los mercados. Dar este paso brindaría una señal de que las nuevas autoridades serán responsables en la hechura e implementación de las reformas que se lleven a cabo próximamente, lo que a su vez puede contribuir a reducir la incertidumbre que dichos cambios pueden generar.
Debido a que los gastos incrementaron más que los ingresos al tercer trimestre de 2018, el Balance Público –Ingresos menos los gastos del Sector Público- fue negativo: hicieron falta 311 mil millones de pesos. Este déficit fue mayor a los registrados al tercer trimestre de 2014 y 2015, cuando hicieron falta 476 y 500 mil millones de pesos, respectivamente cada año. Estos faltantes se traducen en Requerimientos Financieros (deuda). Sin considerar a las Empresas productivas (PEMEX y CFE) y organismos de control directo (IMSS e ISSSTE), el Balance total del Gobierno federal también fue negativo, de -281 mil millones de pesos.
En el caso del Sector Público (que considera a Pemex, CFE, IMSS e ISSSTE) el Balance Primario –Ingresos menos gastos antes del pago de intereses de la deuda- fue de 108 mil millones de pesos, mientras que el costo financiero sumó 421 mil millones de pesos. Lo anterior fue reflejo de que los ingresos del Gobierno y del Sector Público fueron insuficientes para el pago de intereses de la deuda, derivando en mayor endeudamiento.
La deuda pública federal, en su más amplia expresión –SHRFSP-, acumuló un monto de 10 billones 158 mil millones de pesos al tercer trimestre ó 44.2% del PIB. La propia Secretaría de Hacienda estima que para el cierre del año ésta se incremente 500 mil millones de pesos, terminando en 10 billones 659 mil millones de pesos.
El gasto total del Gobierno federal respecto al mismo trimestre del año anterior creció 4.5% real anual, mientras que sus ingresos totales disminuyeron 9.2% real. Si no se considera el ingreso extraordinario del Remanente de operación del Banxico durante 2017, los ingresos incrementaron en 4.1% real anual.
Los ingresos petroleros del Gobierno federal crecieron 17% real anual (59 mil millones de pesos). De igual forma, la recaudación del IVA creció 5% real anual (33 mil millones de pesos), mientras que los provenientes del IEPS a gasolinas y diésel disminuyeron 27% real (-46 mil millones de pesos), y los impuestos provenientes del ISR continúan prácticamente sin crecimiento 0.8% real anual (9.6 mil millones de pesos).
En relación al presupuesto aprobado, el gasto total del Gobierno federal al tercer trimestre[1] fue 5% mayor a lo calendarizado y aprobado por el Congreso, de igual manera los ingresos totales[2] fueron 9.2% mayores a lo estimado para el tercer trimestre por la SHCP. Por esta condición, el Balance Público mejoró[3] respecto a lo aprobado; sin embargo, fue insuficiente para evitar un crecimiento en los requerimientos financieros.
A pesar de que el gasto del Gobierno federal fue mayor a lo aprobado en el total, para algunos rubros prioritarios éste disminuyó respecto a lo calendarizado. Así ocurrió en las funciones de gobierno identificadas como “Salud”, “Educación”, “Justicia”, “Combustibles y Energía” y “Pago de intereses de la deuda”.
En lo que corresponde a adecuaciones en los programas, como se describe en la tabla siguiente, presentaron un mayor gasto a lo aprobado los referentes a construcción de aeropuertos, Adefas y un programa discrecional del Ramo 23 “Fortafin[4]”.
Al mismo tiempo, los que tuvieron un mayor recorte respecto a su presupuesto al tercer trimestre de 2018 fueron “Programa Nacional de Becas”, “Seguro Popular”, “Proyectos de construcción de carreteras”, “otras actividades” del poder Legislativo y pago de intereses de la deuda pública.
El Ramo 23 tuvo un gasto 15% mayor al aprobado al tercer trimestre de 2018 (18 mil millones de pesos) pero respecto al mismo trimestre del año anterior su gasto total disminuyó en 31% real (64.6 mil millones de pesos). A pesar de lo anterior, el gasto de los programas discrecionales[5] del Ramo 23 superó su presupuesto en 924% al tercer trimestre de 2018. Adicionalmente, estos programas gastaron 30% real anual más que al trimestre del 2017. Una posible explicación podría encontrarse en la naturaleza electoral de 2018, lo que coincidiría con lo analizado previamente por México Evalúa.Algunos de los estados que más recibieron al tercer trimestre son del partido en el poder (PRI), otros como Michoacán[6] mostraron apoyo directo o indirecto al candidato federal del PRI. Un caso distinto es el de Chihuahua, quien recibió en 2018 recursos por convenios firmados bajo el programa Fortafin, a pesar que la SHCP emitió comunicado en enero de 2018 afirmando que esto no era posible.[8] Se tenían pendientes de envío a Chihuahua 734 millones de pesos de los convenios de 2017. Por lo anterior se observa que Chihuahua fue el estado que menos recibió al tercer trimestre con 219 millones de pesos.
Por su parte, Nuevo León observó un fuerte contraste: a septiembre de 2017 este estado recibió 199 millones de pesos por medio de estos programas discrecionales del Ramo 23, mientras que en 2018 recibió 989 millones de pesos. Otro caso de estudio es Puebla, dado el contexto de cuestionamientos al gobierno estatal[10] por acuerdos que involucraban a un exgobernador y al candidato del PRI al gobierno estatal. En estas condiciones Puebla fue el segundo estado que más recursos recibió por estos programas sólo después del Estado de México: 83% más que el al año previo.