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Etiqueta: Deuda Pública

Opaca Pemex mayor fiscalización al 1T de 2025 

Con mínimo margen fiscal, el Gobierno enfrenta dificultades justo en un momento en que la actividad económica se desacelera ante riesgos externos.

La economía mexicana enfrenta una encrucijada fiscal al inicio de 2025. A pesar del esfuerzo de los contribuyentes y del Servicio de Administración Tributaria (SAT) por sostener la recaudación en un contexto de estancamiento económico, los ingresos del Gobierno federal se han visto mermados. ¿La causa? El bajo desempeño de Petróleos Mexicanos (Pemex), cuya caída en la producción de crudo ha ampliado el boquete que la paraestatal representa para las finanzas públicas.

En el primer trimestre del año, los ingresos petroleros se ubicaron 30% por debajo de la meta, arrastrando a la baja los ingresos totales del Estado. Éstos quedaron 63 mil millones de pesos (mmdp) por debajo de lo programado. La situación se agrava por la política fiscal de apoyo a la petrolera estatal, que continúa absorbiendo recursos públicos en lugar de generarlos.

Para complicar el panorama, la política comercial de Donald Trump en Estados Unidos ha introducido una dosis adicional de incertidumbre sobre el comercio y la inversión, factores clave para la economía mexicana. Con menos margen fiscal, el Gobierno enfrenta dificultades para aplicar medidas de estímulo económico, como el aumento del gasto en inversión o en programas sociales, justo en un momento en que la actividad económica se desacelera ante riesgos externos.

Incluso con los ingresos extraordinarios aportados este año por el Remanente de Operación del Banco de México a las arcas públicas, el Gobierno de México se encuentra francamente desarmado para enfrentar la desaceleración económica y garantizar el bienestar de los ciudadanos. 

Impuestos a contracorriente de la economía

El panorama económico del primer trimestre del año presenta un escenario paradójico. Por un lado se observa un crecimiento económico prácticamente nulo. Por otro lado, se registra una recaudación tributaria que supera las metas

En el primer trimestre de 2025, los ingresos tributarios alcanzaron 1,522.1 mmdp al cierre de marzo, superando por 37.8 mmdp (2.5%) a la meta establecida. Se trata de un crecimiento de 17.6% frente al mismo periodo de 2024, la mayor tasa registrada desde 2015. 

El buen desempeño de los ingresos tributarios es sorpresivo incluso para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). En los Pre-Criterios Generales de Política Económica 2026, la autoridad hacendaria estimó que los ingresos tributarios se mantendrían sin cambios en 2025 frente al estimado original para el año. 

La mejora recaudatoria contrasta con el comportamiento general de la economía que registró un débil crecimiento de apenas 0.2% al primer trimestre1. En teoría, una economía en desaceleración conlleva menor creación de empleo y de intercambios comerciales, lo que reduce el cobro de impuestos. 

Sin embargo, de mantenerse este comportamiento en los ingresos tributarios, es posible que, pese a una mayor desaceleración económica, sí se cumplan los objetivos de recaudación planteados en el año. Hay que recordar que los más de 40 especialistas en economía encuestados por el Banco de México (Banxico)2 estimaron en el mes de abril que la economía mexicana crecerá sólo 0.2% del PIB en 2025. 

El as bajo la manga del Gobierno 

Desde 2018, la recaudación de impuestos ha sido menos dependiente del crecimiento económico debido a la mayor fiscalización informal aplicada a los contribuyentes. Año tras año, el Gobierno ha roto récords en la fiscalización, lo que ha permitido un crecimiento constante de los ingresos tributarios. Este año parece no ser la excepción. 

La recaudación por cobranza sin judicialización alcanzó, en el primer trimestre de 2025, un monto de 316.7 mmdp, cifra que representa un incremento de 31.3% (75.6 mmdp) frente al mismo periodo de 2024 o de 269.8 mmdp (575%) respecto al mismo periodo de 2018. Se trata del monto más elevado para un primer trimestre desde que se tiene registro. 

Estas medidas informales de fiscalización provienen de una serie de acciones emprendidas por el SAT para limitar las devoluciones y compensaciones. Esto se logra a través de operaciones de cobranza que no conllevan la determinación de un crédito fiscal formal, evitando que deriven en conflictos legales.

Entre las estrategias se encuentran las cartas invitación que exhortan a los contribuyentes a acudir a las oficinas del SAT, así como las comunicaciones telefónicas y mensajes de texto que promueven la regularización de la situación fiscal por iniciativa propia. El incentivo, tanto para los contribuyentes como para el SAT, es evitar una costosa auditoría que conduzca a un crédito fiscal y posiblemente, a un juicio.

La cobranza formal en potencia 

La otra carta con la que cuenta el Gobierno para aumentar su recaudación de impuestos —pese al mal desempeño de la economía— es la recuperación de adeudos formales. Aunque los ingresos por esta vía han sido limitados en los últimos años, los cambios en la independencia del Poder Judicial podrían mejorar el panorama para el fisco. 

A diferencia de los mecanismos informales que buscan la “auto corrección” de los contribuyentes, los mecanismos formales se basan en la determinación de créditos fiscales. Éstos son adeudos reconocidos formalmente por el SAT, y normados en el Código Fiscal de la Federación, que siguen un claro procedimiento administrativo: determinación, notificación, posibilidad de impugnación y cobro. 

En el primer trimestre de 2025, el monto de créditos fiscales recuperados por el SAT ascendió a 12.8 mmdp, 19.2% (3 mmdp) menos que en el periodo de enero a marzo de 2024. Esto significa que el SAT obtuvo 25 veces más recursos por medios informales que mediante el cobro formal de adeudos. 

Destaca además que los créditos recuperados representaron sólo el 0.44% del total de la cartera de créditos fiscales acumulados a la fecha (2.9 billones de pesos). Se trata de la proporción más baja registrada en por lo menos 15 años. 

La baja recuperación de créditos fiscales de parte del SAT se debe a que estas deudas se cobran a través de un procedimiento jurídico. En él, los pagadores de impuestos tienen la opción de impugnar los adeudos ante el propio SAT o recurrir al Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA). En estos casos, se dice que un crédito fiscal se encuentra controvertido, lo que complica su recuperación. 

Si bien al cierre de marzo se registró un saldo acumulado de 2.9 billones de pesos en créditos fiscales (récord histórico que representa un incremento de 181.5% en comparación con el mismo periodo en 2019), el 66% de estas obligaciones se encuentra en controversia al no ser reconocidas por los propios contribuyentes. Se trata de la mayor proporción registrada en por lo menos 15 años. Es muestra de que los contribuyentes reconocen cada vez menos los adeudos que les imputa el SAT. 

Aunque de momento la recuperación de créditos del SAT se ha visto limitada por procesos legales, esto podría cambiar con la elección popular de miembros del Poder Judicial. Cuando un contribuyente no está de acuerdo con las determinaciones del TFJA, puede presentar un amparo directo ante un Tribunal Colegiado de Circuito y, de perder dicho amparo, recurrir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Esto alarga todavía más la recuperación de deudas para el fisco. Si en la elección judicial no se garantiza la imparcialidad de los jueces de dichas instancias, el Gobierno tendría más capacidad de cobro de adeudos, en detrimento de los derechos de los contribuyentes. 

Pemex tira los ingresos del Gobierno

El esfuerzo de los contribuyentes —y del SAT— para incrementar la recaudación tributaria en un contexto de desaceleración económica, fue desperdiciado por el mal desempeño de Pemex. 

Según la Secretaría de Hacienda, la producción de hidrocarburos líquidos (crudo y condensados) durante el primer trimestre de 2025 fue de 1,695 miles de barriles diarios (mbd), 175.3 mbd (9.4%) por debajo de la meta. Por su parte, la producción de crudo (sin condensados) fue de sólo 1,439 mbd, 124 mbd (8%) por debajo de la meta. Este nivel es el más bajo registrado desde 1990, lo que refleja que la productividad de Pemex está lejos de mejorar. 

El persistente desempeño deficiente de la empresa estatal no solo afecta las metas productivas, sino que impacta directamente en los ingresos petroleros, los cuales continúan alejándose de las proyecciones establecidas por la SHCP. Durante el primer trimestre del año, esta brecha fue de 30.3% o 99 mmdp. Desde 2022, no se ha cumplido con la meta de ingresos petroleros. 

En perspectiva histórica, de 2019 a 2025 los ingresos totales provenientes de la explotación del crudo mostraron una disminución de 5.5% (equivalente a 13.2 mmdp). Sin embargo, el impacto ha sido diferenciado: mientras los ingresos petroleros del Gobierno federal sufrieron durante ese periodo una reducción de 55.5% (13.2 mmdp), Pemex incrementó sus ingresos 84.1% (72.6 mmdp). Esto de debe a la reducción de la tasa de derechos cobrados a la petrolera tanto en la modalidad previa del Derecho por la Utilidad Compartida (DUC) como en el esquema actual del Derecho Petrolero para el Bienestar (DPB).

Aunque la Federación recibió más recursos petroleros de parte de Pemex en el primer trimestre de 2025 versus 2024, se mantuvo la política de devolverle parte de la renta petrolera vía transferencias financieras. A través de la Secretaría de Energía (Sener), el Gobierno federal le regresó a Pemex, 80.5 mmdp. De esta forma, en lugar de obtener ganancias por 68.7 mmdp de renta petrolera, el Estado tuvo una pérdida neta de 11.8 mmdp.

Las transferencias que realiza la Administración a Pemex son utilizadas para mantener a flote a la petrolera. En el primer trimestre de este año, registró pérdidas por 43 mmdp3. De mantenerse esta tendencia, el Gobierno federal se verá obligado a mantener el apoyo fiscal a Pemex a costa de reducir sus ingresos para otras políticas públicas. 

Como adelantamos en nuestro Erario al Momento de marzo, los ingresos totales del Estado se quedaron 2.9% o 63.2 mmdp por debajo del programa, debido al desplome de las ganancias petroleras. La situación es igual de grave en el caso de los ingresos del Gobierno federal, que son recursos que financian el gasto en salud, seguridad o educación. Éstos ingresos, principalmente tributarios, no contemplan las contribuciones de las empresas públicas, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Las cifras oficiales muestran que los ingresos del Gobierno federal fueron 2.3% (39 mmdp) mayores a lo estimado al primer trimestre. No obstante, si descontamos las transferencias financieras hacia Pemex, se quedaron 2.5% o 41.1 mmdp por debajo de la meta al primer trimestre. En esta métrica, desde 2022 no se han cumplido los ingresos de la federación en los tres primeros meses del año, lo que ha generado recortes al gasto público. 

Entre la contención del déficit o estimular la economía

Aunque el Gobierno registró mayores ingresos durante el primer trimestre del año, esto no se tradujo en un incremento del gasto público. Por el contrario, se aplicó un recorte del 5.9% (142.1 mil millones de pesos) en comparación con el mismo periodo del año anterior. La razón del recorte: controlar el déficit. 

La reducción del gasto público se ha dado en conceptos que afectan directamente a la población. Así, se redujeron las transferencias y subsidios monetarios que forman parte de los programas sociales. Este concepto del gasto presenta una caída real de 31.7% (161.3 mmdp) frente al primer trimestre del año anterior. 

Esta caída es contraria a la intención de Hacienda de impulsar el crecimiento económico precisamente a través de estos programas. De acuerdo con el plan que presentó el Secretario de Hacienda el pasado 6 de mayo, se busca estimular la demanda interna de la economía por medio de los programas sociales y las compras gubernamentales4. De acuerdo a su argumento, contar con un mercado interno con mayor capacidad de compra permitiría la sustitución del 10% de importaciones manufactureras. 

Visto de este modo, la Secretaría de Hacienda quiere reactivar la economía con enfoque keynesiano, estimulando la demanda de los hogares mediante un aumento en las transferencias y subsidios gubernamentales. El problema es que, en los hechos, el recorte al gasto va en sentido contrario a esa intención.

En los siguientes meses también se ve difícil que se incremente el gasto público, incluso tomando en cuenta los ingresos extraordinarios por el Remanente de Operación del Banco de México (ROBM) que recibió la SHCP. Estos ingresos son parte de las ganancias que obtiene Banxico por sus activos en moneda extranjera, los cuales deben ser entregados al Gobierno a más tardar el 30 de abril. 

Este año se entregaron apenas 18 mmdp, de los cuales al menos el 70% (12.6 mmdp) deben ser destinados para pagar deuda pública o reducir el déficit fiscal para el año en curso. El restante 30% (5.4 mmdp) debe ser destinado a los ahorros del Estado en los fideicomisos públicos5

En este contexto, el uso del ROBM apenas ayudaría a reducir el déficit fiscal en un punto porcentual (12.4 mmdp). Un impacto marginal frente al boquete presupuestal de 1.4 billones de pesos que se espera para final de año. Aunque el Gobierno podría utilizar los 5.4 mmdp asignados a fideicomisos, para compensar parcialmente la caída en los ingresos, esta cifra resulta claramente insuficiente: los ingresos van 63 mmdp por debajo de lo previsto, por lo que estos recursos no alcanzan para cerrar la brecha.

De este modo, el ROBM, que pudo haber representado un respiro fiscal para el Estado y brindado un mayor margen de maniobra para estimular la demanda, resultó insuficiente ante los desafíos económicos que actualmente enfrenta la economía mexicana. Así, estimular la economía vía incremento del gasto, sólo podría realizarse a costa de mayor deuda pública. 

Además, la inversión física, que es fundamental para promover el crecimiento económico, presentó una reducción de 12.32% (28.7 mmdp) en el mismo periodo de comparación. Ello es reflejo de la culminación de obras de infraestructura del sexenio anterior. Falta esperar que este año comiencen los nuevos ciclos de inversión de los proyectos de la actual administración, los cuales ya llevan un retraso importante.   

Entre los principales proyectos de inversión programados para este año —como los trenes de pasajeros— hay varios que aún no han iniciado. Por ejemplo, el Tren Interurbano México-Toluca, que cuenta con un presupuesto de 1,556 millones de pesos, no registra avances al primer trimestre. Lo mismo ocurre con los proyectos del tren AIFA-Pachuca, así como los de las rutas México-Nuevo Laredo y México-Nogales, entre otros. 

El único concepto del gasto con un incremento considerable es el pago de intereses y servicio de la deuda pública. Al primer trimestre, aumentó 11.7% (31.7 mmdp). Es el concepto del gasto con mayor crecimiento real en comparación frente al año anterior. Este gasto no tiene potencial de dinamizar la economía ya que se trata de pagos a grandes acreedores privados, no a sectores de la población que incrementan su consumo al momento de recibir más ingresos. 

Una buena noticia es que con los recortes al gasto público se está cumpliendo con el recorte del déficit fiscal prometido para este año. Así, al primer trimestre del año, la diferencia entre los ingresos y los gastos del Gobierno resultó en un déficit de 138.9 mmdp, lo cual es 70.4% (330.9 mmdp) menor al déficit público del último año del sexenio anterior.  

Incluso al considerar el déficit fiscal ampliado —que incluye el financiamiento extrapresupuestario— se registra una reducción real del 71% (381 mil millones de pesos). Desde cualquier ángulo, los recortes al gasto han contribuido a reducirlo de forma decisiva frente al año pasado. No obstante, cuando se compara con años anteriores, el déficit se mantiene en niveles históricamente elevados, lo que evidencia que el reto fiscal está lejos de haberse resuelto.

Desde una perspectiva más amplia, el déficit público sigue siendo uno de los principales desafíos para las finanzas del Gobierno este año. Está enmarcado en un contexto en el que la economía apenas está creciendo 0.2% en términos trimestrales. 

Al comparar el balance público del primer trimestre de cada año en que inicia una nueva administración, el de 2025 destaca como el más elevado de las últimas cinco gestiones. El déficit alcanzó los 138.9 mmdp, lo que es 322% (106 mmdp) mayor respecto al registrado en 2019, cuando fue de apenas 32.9 mmdp. La diferencia es aún más notable si se contrasta con los años 2013, 2006 o 2001, en los que el Estado arrancó con superávit: es decir, con más ingresos que gastos.

Aunque es una buena noticia el recorte del déficit frente al año anterior, sigue estando en un nivel muy elevado. El dato es preocupante si consideramos lo que el Gobierno está pagando en intereses y servicio de la deuda. 

Conclusión

Como mencionamos al principio, el pago de intereses y servicio de la deuda pública, es el concepto del gasto con mayor crecimiento anual en el primer trimestre del año. Es incluso mayor a la inversión física, al pago de nómina de los trabajadores del Estado, y si —como mencionamos— mayor a los programas sociales. 

De enero a marzo el Gobierno desembolsó 302 mmdp para cubrir los intereses y los gastos relacionados con la deuda pública, esto implicó un crecimiento real de 62.8% (116.8 mmdp) frente a lo que se pagaba en el primer trimestre de 2019. El incremento se ha dado en mayor medida en los intereses de la deuda en moneda nacional, los cuales incrementaron 135.7% (120.2 mmdp) frente al mismo periodo de comparación.

Sin ingresos extraordinarios que amplíen el margen fiscal, el Estado tendrá que continuar con los recortes en la inversión y subsidios, para contener un déficit aún elevado. Con el costo de la deuda al alza y una economía en incertidumbre, persiste un dilema de fondo: ¿Gastar más para estimular la economía a costa de un incremento en la deuda, o continuar los recortes priorizando controlar el déficit?


Notas al pie:

  1.  INEGI, 2025. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/programas/pibo/2018/ ↩︎
  2. Banco de México (Banxico). Encuestas sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado. Encuesta del mes de abril. Disponible en: https://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?sector=24&accion=consultarCuadroAnalitico&idCuadro=CA233&locale=es ↩︎
  3. Pemex (2025). Resultados al Primer Trimestre de 2025. https://www.pemex.com/ri/finanzas/Reporte%20de%20Resultados%20no%20Dictaminados/Reporte%201T25.pdf ↩︎
  4. El Financiero. (2025, mayo 6). Presenta SHCP estrategia para adicionar 0.7 pb al crecimiento. https://www.elfinanciero.com.mx/economia/2025/05/06/presenta-shcp-estrategia-para-adicionar-07-pb-al-crecimiento/ ↩︎
  5. Esto de acuerdo con el artículo 19 Bis de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH). ↩︎

Intereses récord y deuda histórica: el saldo del sexenio

No endeudar al país y manejo responsable de las finanzas públicas fue el lema que siempre repitió el ex presidente, pero al final de su sexenio los datos demuestran todo lo contrario.

No endeudar al país y manejo responsable de las finanzas públicas, fue el lema que repitió Andrés Manuel López Obrador (AMLO) durante su administración, pero llegó el final del sexenio y los datos demuestran que no sólo aumentó la deuda, sino que no hubo un manejo responsable de las finanzas del Estado. 

El sexenio pasado cerró con el mayor monto de deuda pública desde que se tiene registro público por parte de Hacienda. En términos monetarios, suma 17.4 billones de pesos, equivalente a 51.4% de la economía. Esto indica que el tamaño de la deuda que ha adquirido el Gobierno representa un poco más de la mitad del ingreso total que generó la economía durante el año 2024. 

Si comparamos frente a la deuda pública que dejó Enrique Peña Nieto, entonces tenemos que la deuda pública se incrementó en 23% (3.2 billones de pesos) respecto a 2018. El aumento de la deuda se debe a que el Gobierno pidió más préstamos en moneda nacional, elevándola en un 45.5% (4.1 billones de pesos) frente a lo que dejó EPN en 2018. 

Si dividimos el total de la deuda pública entre el total de la población mexicana, al cierre del sexenio de AMLO cada mexicano debe 131 mil 738 pesos por concepto de la deuda pública. Esto es 17.5% (19,596  pesos) superior a lo que debíamos los mexicanos al cierre del sexenio de Peña Nieto, cuando se debían 112 mil 141 pesos por persona.

Ya sea considerando el crecimiento económico o el tamaño de la población, no hay duda que se incrementó la deuda pública a niveles históricos. Peor aún, es mucho mayor el crecimiento de la deuda que el crecimiento poblacional y que el de los ingresos que genera la economía mexicana. 

¿Por qué no se cumplió la promesa de no endeudar al país?

El Gobierno se endeuda por la misma razón por la que los hogares o los negocios requieren de préstamos: porque no cuenta con los ingresos suficientes para cubrir los gastos. Esto es importante porque el Estado mexicano no se había quedado tan corto de dinero en los últimos 35 años como sucedió durante este 2024. 

Los ingresos públicos con los que contó la Administración federal provenientes del pago de todos los impuestos —como son el Impuesto Sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA), y el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS)—, así como los ingresos por la venta de petróleo; fueron cerca de 7.5 billones de pesos, o el 22.1% del producto interno bruto (PIB). Si bien, parece ser una cantidad importante de dinero, no fue suficiente para cubrir los 9.2 billones de pesos que el Gobierno gastó, o el equivalente al 27% del PIB. Este nivel de gasto público es histórico y tampoco se había visto en los últimos 35 años. 

La diferencia entre el gasto público y los ingresos resultó en un déficit presupuestario de 1.6 billones de pesos, equivalente a 4.9% del PIB, que también es el déficit presupuestario más elevado en los últimos 35 años. En otras palabras, el Gobierno no había requerido de tanta deuda para financiar la brecha entre sus ingresos y gastos como lo hizo el año pasado. 

Para ponerlo en perspectiva, Peña en su último año de gobierno requirió de 668 mil millones de pesos (mmdp) para cubrir la brecha entre los ingresos y el gasto público, mientras que AMLO requirió 1.63 billones de pesos; esto es 160% (1,022 mmdp) mayor al déficit de EPN. La conclusión es clara: AMLO sí endeudó al país y debilitó aún más las finanzas del Gobierno, llegando incluso a pedir más dinero prestado en el último año de su sexenio que las cuatro administraciones pasadas. Pero salió ileso: pateó el explosivo de su deuda hacia la nueva administración de Sheinbaum. 

Lo más irónico de este cierre del sexenio del endeudamiento, es que durante la crisis económica y sanitaria por el Covid-19, el Estado mexicano no quiso adquirir préstamos. Esto le hubiera servido para incrementar el gasto en salud o de inversión, y evitar la caída de la economía y la muerte de miles personas. La argumentación que se dio en ese momento fue que no se quería endeudar más al país porque esto implicaba pagar mayores intereses. Por entonces la tasa de interés de referencia llegó a ser de tan sólo 4.3%. Cuatro años más tarde se incurrió en el mayor endeudamiento en los últimos 35 años a una tasa de interés de referencia superior al 11%. 

¿Para quién fue el endeudamiento y que se financió?

Al hablar del endeudamiento público es importante conocer qué entidad es la que está requiriendo financiamiento. Por ejemplo, lo puede requerir Petróleos Mexicanos (Pemex), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o el propio Gobierno federal. Dependiendo de quién esté gastando más de lo que tiene, se puede inferir para qué se requiere el endeudamiento. 

No es lo mismo que Pemex requiera de financiamiento para cubrir sus gastos operativos y poder pagar sus cuentas, a que el Gobierno federal lo necesite para cubrir las pensiones de adulto mayor, las becas y los intereses de la deuda pública. 

Al cierre de 2024 las cuentas públicas revelan que el Gobierno federal rebasó sus ingresos por 1,881 mmdp.  Su mayor déficit en los últimos 35 años; desde 1990 no había sido tan grande la diferencia entre gasto e ingresos. Tan sólo frente a 2018, esta brecha se incrementó en 182.6% (1,216 mmdp).

Hay que tener en cuenta que parte de este déficit gubernamental responde a las ayudas financieras y fiscales que ha otorgado a Pemex. Lo trágico es que éstas se han traducido en menores ingresos petroleros para financiar los derechos sociales. Al cierre de 2024 la Administración federal se quedó con tan solo 27 mmdp de ingresos petroleros, esto fue 94% (704 mmdp) inferior a lo que obtuvo Peña en su último año de gobierno. 

Para ponerlo en perspectiva: si comparamos los ingresos petroleros que el Estado dejó de recibir frente a 2018, con el aumentó del déficit que requirió para financiar su gasto; tenemos que, al cierre de 2024, el 58% del endeudamiento del Gobierno federal fue debido a la renuncia de la renta petrolera para salvar financieramente a Pemex. 

¿Cuál fue el resultado? No podemos negar que frente a 2018 se presenta una ligera recuperación en el balance Pemex al reportar un superávit por 81 mmdp, cuando al cierre del sexenio de Peña había reportado un déficit por 83 mmdp. Si bien es una ligera recuperación, este saldo “positivo” requirió poco más de 2 billones de pesos de apoyos financieros y fiscales, así como un déficit que también casi llega a los 2 billones de pesos. 

¿Se cumplió con la meta de endeudamiento? 

El déficit es aún mayor de lo que se mencionó anteriormente, si consideramos todos los pasivos o el financiamiento que requirió el Gobierno en su conjunto. Bajo esta perspectiva, el déficit fiscal pasa de 1.66 billones a 1.94 billones de pesos, el equivalente a 5.7% del PIB. Es el déficit público más grande desde el año 2008 que se tiene registrado. Si lo comparamos frente al último año de gobierno de Peña Nieto, tenemos que el déficit público fue 178% (1,242 mmdp) mayor. 

Se debe señalar que este déficit público no sólo indica la magnitud de cuánto financiamiento requirió el Gobierno, sino también si se está cumpliendo con los objetivos de responsabilidad fiscal. De acuerdo con la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH), el Gobierno propone cada año un tope al déficit público para mantener sanas las finanzas públicas.

Sin embargo, AMLO terminó su sexenio sin cumplir la meta de responsabilidad fiscal, rebasando la meta de 5.4% del PIB para el déficit público que había establecido para 2024. De hecho, durante su sexenio en cinco años consecutivos no cumplió con su meta de responsabilidad fiscal, es decir, de 2020 a 2024. En 2020 era entendible por la pandemia, pero en el resto de los años no. 

El hecho anterior indica un claro deterioro en el manejo de las finanzas públicas al no haber un manejo adecuado del endeudamiento del Gobierno acorde con los principios de responsabilidad fiscal establecidos por la Ley. Esto se compara negativamente con lo observado durante el sexenio de Peña Nieto, cuando se hilaron cinco años en que el déficit fiscal fue inferior a la meta establecida.

¿Qué tan sostenible fue el uso del endeudamiento? 

El endeudamiento no es malo en sí mismo para las finanzas públicas, pues representa una fuente de financiamiento. Sin embargo, si no es usado con responsabilidad, cumpliendo con las metas o límites que se establecen por Ley, así como si no se le da un uso responsable, entonces pudiera no generar el efecto esperado y representar solo una carga financiera. 

Para evitar el mal uso del endeudamiento, se estableció mediante el artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que todo aquel financiamiento que solicite el Gobierno, debe ser destinado a la ejecución de obras que produzcan directamente un incremento en los ingresos públicos. Por definición económica, aquí estamos hablando de que se destine a gasto de inversión. 

De acuerdo con lo anterior, podemos calcular si el financiamiento requerido por el Gobierno está siendo utilizado de manera responsable de acuerdo con la Constitución. Al comparar el déficit público al cierre de 2024 respecto al gasto de inversión física (en infraestructura) que realizó el Estado, se tiene de que cada 100 pesos de endeudamiento 53 se destinaron a la inversión física, mientras que los restantes 47 pesos a otros tipos de gasto como pueden ser el pago de intereses de la deuda o financiar programas sociales. 

El sexenio de AMLO no solo estará marcado por ser uno de los que incurrió en mayores déficits o niveles de endeudamiento, sino por el mal uso que hizo del mismo de acuerdo con el anterior principio económico. Durante todo su sexenio el gasto de inversión física fue inferior al déficit público en el que incurrió, y a medida que crecía más el endeudamiento, destinó menor proporción al gasto de inversión. 

Lo anterior implica que no sólo se endeudó de manera histórica, sino que al no gastar de manera proporcional en la construcción de infraestructura y ampliar las capacidades productivas del país, sólo generó una mayor deuda con tasas de interés muy altas que ahora deberá pagar la nueva administración. Esto, a costa de frenar el gasto en sectores prioritarios y con ello arriesgar la garantía de los bienes y servicios públicos. 

¿Qué tan caro resultó el endeudamiento del sexenio pasado?

La deuda adquirida por AMLO ya está cobrando factura al erario mediante el pago de intereses y servicio de la deuda pública. Al cierre de 2024, el Gobierno pagó 1.15 billones de pesos en el costo financiero de la deuda, el cual incluye los intereses y otros gastos financieros en los que incurre al pedir prestado. 

Se trata del mayor monto que ha destinado el Estado en el pago de los intereses de la deuda pública desde 1996. Frente  2018, se incrementó en 38.5% (319.9 mmdp). El incremento se dio tanto en los intereses pagados en moneda nacional, que subieron 53.5% (311.4 mmdp), como en los pagados en moneda extranjera, que tuvieron un alza de 3.4% (8.4 mmdp).

El costo financiero de la deuda ya es un gran costo de oportunidad para el Gobierno. Esta realidad termina afectando a la población, al haber menos recursos para garantizar los bienes y servicios públicos. Al cierre de 2024 se destinó 3.4% del PIB para el pago de intereses de la deuda pública, y tan sólo el 2.7% del PIB para salud. 

⁠El costo de la deuda podría aumentar 73.9 mmdp por las reformas

La incertidumbre política provocada por las reformas constitucionales —entre ellas, la del Poder Judicial—, podría llevar al país a perder su grado de inversión, con consecuencias adversas para todos los mexicanos. 

Por Jorge Cano (@Jorge_eCano), Carlos Vázquez (@VazquezAviud) y Laura Cabañas 

Las banderas rojas son más que evidentes: el 71% de los analistas del sector privado encuestados por el Banco de México (Banxico) consideran que la economía mexicana empeoraría en los siguientes seis meses y el 63% opina que es un mal momento para invertir. Se trata de las peores expectativas para un proceso de cambio de gobierno desde que se tiene registro. La principal culpable es la incertidumbre política interna.

Las calificadoras de riesgo como Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s (S&P) han advertido que el paquete de reformas constitucionales, y en particular la del Poder Judicial, podría reducir la gobernanza de México y afectar la calificación crediticia del país. De materializarse un recorte, se perderían las mejoras logradas en los últimos 20 años y llevaría a una situación de aversión de parte de los inversionistas no observada desde la década de 1990. 

A nivel internacional, hay evidencia de que los países que pierden su calificación enfrentan mayores costos de financiamiento, lo cual les resta recursos para invertir en otras áreas. En el caso de que México pierda el grado de inversión, estimamos que su costo financiero podría aumentar entre 14,023 millones de pesos (mdp) y hasta en 73,861 mdp de forma anual dependiendo de cuántas agencias calificadoras recorten la nota crediticia. 

Esta situación podría desestabilizar el pago de los intereses de la deuda, los cuales ya están en máximos históricos. Al cierre de 2023, el servicio de la deuda pública —también llamado el costo financiero de la deuda— rompió el techo del billón de pesos y cerró el año en 1,045 miles de millones de pesos (mmdp), lo cual no se había visto desde 1990 cuando la economía mexicana iba saliendo de la crisis de deuda de los años 80. 

Riesgo político en aumento

El pesimismo de los analistas sobre el futuro de la economía en México está en sus peores niveles desde la pandemia. La razón es la incertidumbre política. Las perspectivas negativas sobre el país pueden impactar las decisiones de inversión, el crecimiento económico, la recaudación y, por consiguiente, la sostenibilidad financiera. 

La proporción de analistas que piensan que la economía empeorará en los próximos 6 meses llegó, en agosto, a 71%, según la Encuesta de Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado del Banco de México (Banxico)1. En los últimos años, un nivel semejante de pesimismo sólo se ha registrado durante la pandemia, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos (y su amenaza de renegociar el T-MEC) y durante la crisis de 2008-2009. 

Frente a otros procesos de cambio de Gobierno, el desánimo de los inversores es mayor. En agosto de 2018 sólo el 16% consideraba que la economía empeoraría con el sexenio de López Obrador. En 2012, previo al inicio del gobierno de Peña Nieto, el 13%. En 2006, cuando Calderón iba a ser presidente, también un 13%.  Por último, en agosto del 2000, con Fox, sólo un 10%. Es decir, nunca en la historia reciente del país una transición política había causado tanta incertidumbre o desánimo para los inversores. 

Según esta misma encuesta, en agosto de este año, 63% de los analistas considera que es un mal momento para realizar inversiones, un nivel incluso más bajo que el de septiembre de 2022, cuando la inflación en México llegó a niveles históricos de 8.7%. En una comparativa sexenal, la aversión a invertir también es, por mucho, la mayor que se haya tenido en un contexto de cambio de Gobierno: en agosto de 2018 sólo el 29% de los analistas consideraba que era mal momento para invertir, en agosto de 2012 un 10%, en agosto de 2006, 14% y en agosto del 2000, 10%. 

La incertidumbre política interna se ha vuelto el principal factor que podría obstaculizar el crecimiento económico de México, según la misma encuesta de Banxico. En agosto de 2024, el 21% de los analistas consideró a la incertidumbre política interna como el principal factor de riesgo económico, la mayor proporción desde mayo de 2021, cuando se buscaba cambiar la Ley de la Industria Eléctrica. 

En un contexto de cambio de gobierno, desde las elecciones de 2006 y las acusaciones de fraude electoral, el factor político no había causado tanta preocupación a los inversionistas. En agosto de 2018, sólo el 11.8% de los encuestados consideraba a la incertidumbre política como un factor de preocupación económica; en 2012 sólo el 1.1%, en 2006 el 25.3% y en el 2000 el 2.3%. 

Al hacer un análisis histórico de las principales preocupaciones de los inversionistas sobre los factores que podrían obstaculizar el crecimiento de la actividad económica de México en los próximos seis meses en los años de elecciones presidenciales (encuestas realizadas en los meses de agosto 2000-2024), se observa que tales preocupaciones evolucionan de acuerdo a las dinámicas políticas, económicas y sociales de cada periodo.

En agosto del 2000, las preocupaciones se centraban en el financiamiento interno: en su disponibilidad (18.2%) y en su elevado costo (13.6%). Esto refleja un entorno en el que el acceso al crédito y el costo del capital eran factores cruciales para la actividad económica. México, tras la crisis financiera de 1994-1995 (el “error de diciembre”), todavía enfrentaba un entorno financiero frágil, donde la estabilidad monetaria y las tasas de interés elevadas preocupaban a los inversionistas. A pesar de que el país estaba a punto de vivir su primera alternancia política después de 70 años de hegemonía priista, la incertidumbre política no era una preocupación central.

Para agosto de 2006, las preocupaciones dieron un giro significativo. El ausentismo de cambio estructural en México se colocó como la mayor inquietud (27.6%), lo que refleja el sentir de que las reformas necesarias para impulsar el crecimiento económico no se estaban implementando de manera suficiente. Asimismo, la incertidumbre política interna (25.3%) aumentó drásticamente debido a las tensiones electorales. Ese año, la elección presidencial que ganó Felipe Calderón fue altamente disputada con acusaciones de fraude electoral por el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, hecho que generó un ambiente de inestabilidad.

En agosto de 2012, la preocupación principal fue la debilidad del mercado externo y la economía mundial (30.4%), seguida por la inestabilidad financiera internacional (25%). Estas preocupaciones están directamente relacionadas con el contexto global en ese momento: la crisis financiera de 2008 había dejado una huella profunda en las economías globales, y la lenta recuperación, especialmente en Europa y Estados Unidos, afectaba negativamente las exportaciones y el comercio internacional de México. 

En agosto de 2018, el foco de las preocupaciones cambió nuevamente. Los problemas de inseguridad pública fueron la principal inquietud (14.7%), lo cual es un reflejo de la creciente violencia y criminalidad que México enfrentaba tras años de lucha contra los cárteles de drogas. A esto se sumó la política comercial exterior (11.8%) debido a las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) bajo la presión del presidente estadounidense Donald Trump. Esto generó incertidumbre en las relaciones comerciales clave de México. En tercer lugar, la incertidumbre política interna (11.8%) volvió a ser relevante por la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y la percepción de un cambio drástico en la dirección política y económica del país.

En agosto de 2024, las preocupaciones se mantuvieron consistentes respecto a 2018, excepto que ahora la incertidumbre política interna fue el factor más importante (21%). Por otro lado, los problemas de inseguridad pública (13.8%) siguen presentes, ya que, a pesar de los esfuerzos de las administraciones anteriores, la violencia y la criminalidad continúan afectando significativamente a varias regiones del país.

Las expectativas negativas sobre el país pueden provocar un recorte en la calificación crediticia de México. En este escenario, habría impactos inmediatos a las finanzas públicas debido al incremento del costo financiero. 

Calificadoras y grado de inversión

La confianza del sector financiero es determinante en la tasa de interés que deben pagar los países para acceder al financiamiento. Uno de los principales indicadores que analizan los prestamistas e inversores es la nota crediticia —o calificación de riesgo— que asignan las agencias calificadoras. Cuando los gobiernos pierden la confianza del sector financiero, irremediablemente enfrentan mayores costos de financiamiento, lo que les resta recursos para invertir en otras áreas. 

A nivel internacional existen varias agencias calificadoras enfocadas a evaluar la capacidad de los gobiernos y empresas de pagar sus deudas a tiempo. Las principales son Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch Ratings. Sus calificaciones crediticias sirven a los prestamistas para medir el nivel de riesgo de impago de las instituciones evaluadas. A mayor riesgo, mayor es la tasa de interés que se exige a los solicitantes de préstamos. 

Cada agencia tiene distintos grados de calificación, pero pueden agruparse en dos categorías principales: grado de inversión y grado de no inversión (bonos basura). Las calificaciones dentro del grado de inversión son consideradas de bajo riesgo y sus escalas van desde AAA (en el caso de Fitch y S&P) que se otorga a las entidades con la mejor capacidad de pago hasta la calificación BBB- para las entidades con capacidad de pago, pero menor. Por su parte, los bonos de no inversión, son aquellos donde hay alta posibilidad de que un deudor no devuelva el crédito y su escala va de BB+, para entidades cuya capacidad de pago está en duda (especulativa) hasta D, para aquellas que dejaron de pagar su deuda, es decir, que entraron en default. 

Si dos agencias calificadoras sitúan el nivel de riesgo de un país por debajo del nivel de inversión, se pierde dicho estatus a nivel internacional. Además de enfrentar mayores tasas de interés2, puede haber salida de capitales. La razón es que, por ley, los fondos internacionales de inversión de bajo riesgo —como los fondos de pensiones y de renta fija— sólo pueden tener activos en países con grado de inversión. 

Evolución de la calificación crediticia de México ¿de vuelta al pasado? 

Las recientes amenazas de reducción de la calificación crediticia de México podría dinamitar las mejoras logradas en los últimos 20 años y llevar al país a una situación de aversión de parte de los inversionistas no observada desde la década de 1990. 

Es reciente que los mercados financieros consideren seguro prestarle al Gobierno mexicano. No fue sino hasta el año 2001 —en el contexto de la transición democrática y el boom de la producción petrolera— que México recuperó su grado de inversión crediticia. Durante toda la década de 1990, luego de varias crisis económicas, las calificadoras de riesgo habían considerado que los préstamos al gobierno eran especulativos, o de no inversión. 

Durante el sexenio de Calderón, las calificaciones de riesgo se mantuvieron estables, pero sólo uno o dos escalones por arriba del grado de inversión. No fue sino hasta el inicio de la administración de Peña Nieto que las agencias calificadoras percibieron una mejora significativa en el desarrollo económico del país y su capacidad de pago de la deuda debido al paquete de reformas en materia tributaria, energética, telecomunicaciones, y competencia económica3. En 2014, Moody’s mejoró la calificación crediticia de México de Baa1 a A3, tres escalones por encima del grado de inversión y el mayor nivel jamás otorgado por alguna calificadora. Ese mismo año S&P, aunque no mejoró la nota crediticia, colocó su calificación en perspectiva positiva. Es decir, con posibilidad de incrementarse en el corto plazo. 

No obstante, con el incremento del déficit público entre 2015 y 2016, las calificadoras amenazaron con reducir la calificación de México: tanto Moody’s como S&P colocaron la nota del país en perspectiva negativa. Ante la presión de las calificadoras, el gobierno de Peña Nieto aplicó severas medidas de austeridad en 2017 y 2018, que permitieron que la perspectiva de la nota de México regresara a un nivel considerado estable. 

En 2019, con la entrada de López Obrador a la presidencia, Moody’s y S&P volvieron a colocar la nota crediticia de México en perspectiva negativa. Esto debido a la desaceleración económica y el deterioro financiero de Pemex. Por su parte, la calificación crediticia otorgada por Fitch se redujo de BBB+ a BBB, en enero de 20194. El principal factor de la rebaja fue el mal manejo de las finanzas de la petrolera.

En 2020, S&P redujó su calificación crediticia de la deuda mexicana de BBB+ a BBB. Además del factor Pemex, la razón de la rebaja fue el impacto que tuvo la pandemia de COVID-19 sobre el crecimiento del país. También se acusó al gobierno de un manejo irregular de las políticas públicas y debilitamiento en las finanzas del gobierno federal5

La rebaja en la calificación crediticia de la deuda soberana por S&P fue seguida de una rebaja, por Fitch, de BBB a BBB-, es decir, sólo un nivel por encima del grado de inversión. La rebaja en la calificación por parte de Fitch respondió a la percepción de un debilitamiento institucional y un ambiente de negocios poco favorable para fortalecer el crecimiento económico. 

La acción más reciente fue en 2022 de parte de Moody’s quien redujó la calificación crediticia de Baa1 a Baa2 también por una debilidad institucional y de gobernanza, además del incremento que se comenzaba a ver en el costo financiero para el nivel de deuda del gobierno. De acuerdo con Moody’s, los principales motivos de la debilidad institucional fueron la menor independencia de las entidades regulatorias6. En otras palabras, desde 2022 Moody’s comenzaba a ver el peligro sobre la desaparición de entidades necesarias para el correcto funcionamiento de la economía. 

Advertencias recientes de calificadoras sobre México 

En los últimos años, las calificadoras han manifestado que existen distintos riesgos que podrían socavar la calificación crediticia de México. A continuación, se analizan los principales elementos que influyen en la calificación crediticia de México según las evaluaciones más recientes de Fitch Ratings7, S&P Global Ratings8 y Moody’s9.

  • Finanzas Públicas y Déficit Fiscal

Uno de los factores críticos para las agencias evaluadoras es el déficit fiscal de México, que ha sido motivo de creciente preocupación. 

Fitch Ratings proyecta que el déficit del gobierno alcanzará el 5.4% del producto interno bruto (PIB) en 2024, el más alto en más de tres décadas, antes de reducirse al 4.0% en 2025. Esta tendencia, influenciada por un aumento en el gasto social y mayores costos de endeudamiento, podría incrementar la deuda gubernamental al 49% del PIB en 2024, desde el 46% en 2023. Aunque estos niveles se mantendrán por debajo de la mediana de países con calificación ‘BBB’ (55%), el déficit significativo heredado por la próxima administración genera incertidumbre.

S&P Global Ratings coincide con esta visión y señala que el déficit podría superar el 5% del PIB en 2024, en comparación con el 3% del año anterior. La agencia advierte que la nueva administración podría no seguir con el plan fiscal de corrección proyectado por el gobierno saliente, lo que aumentaría el riesgo de un deterioro en las finanzas públicas.

Por su parte, Moody’s destaca que, si bien México ha mantenido una gestión fiscal prudente, la carga de intereses es mayor que en países con calificaciones crediticias similares. La rigidez del gasto público, por apoyos a empresas estatales como Pemex, pensiones y gastos de capital, junto con los “colchones financieros” (fondos de estabilización) casi agotados, reduce la capacidad del gobierno para enfrentar shocks económicos.

  • Empresas Estatales

Las empresas estatales, especialmente Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), representan otro aspecto clave en las evaluaciones. Fitch señala que los pasivos contingentes de Pemex continúan limitando la calificación de México, ya que los riesgos fiscales asociados son significativos. S&P Global Ratings agrega que Pemex y CFE seguirán siendo fuentes de presión para las finanzas públicas, y que la futura administración tendrá que decidir el nivel de apoyo que proporcionará a estas empresas, lo que podría afectar la estabilidad fiscal del país.

Moody’s enfatiza que los apoyos a empresas estatales como Pemex incrementan la rigidez del gasto público y reducen la fortaleza fiscal del país.

  • Deuda Pública

Fitch Ratings considera que, aunque la deuda del gobierno es manejable, su aumento reciente, impulsado por programas sociales y grandes proyectos de infraestructura, plantea riesgos. Si el crecimiento económico sigue siendo limitado y las obligaciones financieras aumentan, la sostenibilidad de la deuda podría verse comprometida en el mediano plazo.

S&P Global Ratings, aunque reconoce que México ha mantenido una trayectoria fiscal prudente, señala que los desafíos estructurales, como la baja recaudación y el crecimiento económico moderado, representan riesgos para el control de la deuda. Si no se implementan reformas para aumentar la base tributaria y mejorar el crecimiento, la relación deuda-PIB podría deteriorarse.

Moody’s coincide en que la deuda ha aumentado debido a los compromisos sociales y la respuesta fiscal ante la pandemia. Aunque se mantiene en niveles sostenibles, la limitada capacidad de generar ingresos y el bajo margen fiscal representan un riesgo a largo plazo si no se toman medidas correctivas.

Concluyen que el incremento de la deuda es motivo de preocupación, ya que un mayor endeudamiento sin reformas fiscales estructurales podría presionar la sostenibilidad de la deuda.

  • Actividad Económica y Crecimiento

El crecimiento económico es otro factor crítico para las calificaciones. Fitch prevé que el PIB de México se desacelerará al 2.0% en 2024, afectado por una economía estadounidense más lenta y políticas monetarias restrictivas. No obstante, señala que el “nearshoring” ofrece oportunidades significativas para impulsar el crecimiento.

S&P Global Ratings estima un crecimiento del PIB del 2.5% en 2024, pero advierte que la falta de inversión pública y cuestiones de fondo tales como la escasez de agua y energía eléctrica, limitan el potencial de crecimiento del país. Moody’s coincide en que el bajo crecimiento se debe a una inversión débil y a la rigidez estructural que sigue restringiendo el crecimiento potencial del PIB, lo que debilita las expectativas de una recuperación sólida post pandemia.

El potencial de desarrollo económico de México sigue siendo un desafío importante. Las agencias consideran que, si no se resuelven estos obstáculos estructurales, el país podría ver afectada su calificación a largo plazo, ya que el crecimiento limitado afecta la capacidad del gobierno para aumentar la recaudación fiscal y reducir su dependencia del endeudamiento.

  • Gobernanza y Calidad Institucional

La gobernanza y la calidad institucional son aspectos que influyen directamente en las calificaciones soberanas. Fitch Ratings otorga a México una puntuación baja en estabilidad política y control de corrupción, subrayando que la debilidad institucional sigue siendo una limitación significativa para la calificación. S&P Global Ratings también advierte que problemas como la baja competencia y la violencia afectan negativamente la productividad y el dinamismo económico.

Moody’s señala que las debilidades estructurales e institucionales continúan limitando la capacidad de México para mejorar su perfil crediticio, lo que afecta la percepción de estabilidad y gobernabilidad del país.

  • Reformas Constitucionales

Uno de los factores que ha generado incertidumbre en las agencias calificadoras es la posibilidad de reformas constitucionales que puedan afectar la estabilidad institucional del país. Fitch Ratings y S&P Global Ratings han señalado que la administración entrante, liderada por Claudia Sheinbaum, podría impulsar reformas en sectores clave como el sistema electoral y el sector energético.

La advertencia más clara ha venido de Fitch10 quien asegura que la reforma judicial y las demás reformas constitucionales, afectarán el perfil institucional de México. Para Fitch, la débil gobernanza en el país ya es un factor que afecta la calificación crediticia de México, pero que de momento ha sido contrarrestada por un manejo macroeconómico consistente y creíble. No obstante, anticipó que será hasta la presentación del Paquete Económico 2025 que se reflejarán las verdaderas metas fiscales de la próxima administración. 

Pérdida del grado de inversión y su impacto en otros países 

En los últimos diez años, los países que han perdido su grado de inversión han enfrentado de forma inmediata o en el corto plazo mayores costos de financiamiento, los cuales se ven reflejados en el mayor pago de intereses de su deuda pública. Muchas veces han respondido con recortes en inversión para hacer frente a esos pagos. Por el contrario, los países con grado de inversión han mantenido o reducido su costo de financiamiento. 

Por ejemplo, Brasil perdió su grado de inversión en 2015 cuando dos calificadoras (S&P) y Fitch redujeron la calificación del país sudamericano a nivel especulativo11. Desde entonces no ha logrado recuperar su grado de inversión. El cambio de calificación tuvo un impacto directo en su pago de intereses: pasó de pagar 4.3% del PIB en 2014 a 6.2% en 2015. ¿Cómo respondió? Recortó su gasto de inversión de 2.8% del PIB en 2014 a 2.1 en 2015 y luego 1.5% en 2017. 

Costa Rica perdió su grado de inversión en 2014, cuando Moodys recortó su calificación a nivel especulativo (de Baa3 a Ba1)12. Con la calificadora S&P, el país ya mantenía un grado especulativo desde 2008 cuando le fue asignada la calificación BB. El impacto en el costo financiero no fue inmediato —posiblemente porque el país tenía la mayor parte de su deuda a tasa fija— no obstante, pasó de 1.1% del PIB en 2013 a 2% en 2019 y 2.7% en 2021. 

Colombia perdió su grado de inversión en 2021, luego de una década de ser considerado un lugar seguro para invertir. El cambio se dió cuando Fitch redujo su calificación a nivel especulativo, seguido de la agencia S&P13. Su costo de financiamiento evolucionó rápidamente de 1.7% del PIB en 2019, a 2.3% en 2020 hasta 2.9% en 2021. A la par, su inversión en infraestructura cayó de 3.4% del PIB en 2019 hasta 2.3% en 2021. 

Asimismo, Sudáfrica perdió su grado de inversión desde 2017 cuando S&P y Fitch calificaron su bonos como especulativos14. Además, en 2020, Sudáfrica perdió por completo la confianza de los inversionistas cuando Moody’s también recortó su nivel crediticio a nivel especulativo. El costo de la deuda del país africano no ha dejado de crecer: pasó de 3.1% del PIB en 2016 a 3.3% en 2017, 4.3% en 2020 hasta 5.5% en 2022. ¿Su inversión? Cayó de 3.4% del PIB en 2016 hasta 2.4% en 2022. 

El incremento en el costo financiero de los países que perdieron su grado de inversión va en contra de la tendencia internacional. 

En promedio, los 38 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que México forma parte, enfrentaron su mayor pago de intereses en los últimos 15 años en 2012, cuando destinaron el 1.8% del PIB a este concepto y progresivamente fueron reduciendo su pago hasta llegar al 1.1% en 2021. En el mismo periodo, su gasto en inversión creció de 3.6% del PIB a 3.7%. 

Un caso destacable es Japón, cuya deuda supera varias veces el tamaño de su economía, pero ha reducido su pago de intereses de la deuda de 0.85% del PIB en 2013 a 0.4% en 2021. Este país cuenta con grado de inversión en todas las principales calificadoras. 

Otro ejemplo es Estados Unidos, cuyo costo financiero se ha reducido constantemente desde 3.7% del PIB en 2012 hasta 3.1% en 2021. Pese a que el tamaño de su deuda supera el total del valor de su economía, su grado de inversión es de los más altos en el mundo. 

¿Cuál sería el impacto presupuestario de perder el grado de inversión? 

No es seguro que las calificadoras degraden la nota crediticia del país, aunque ya hay varias advertencias. De hacerlo, el costo sería enorme. En el caso de que México pierda el grado de inversión, su costo financiero anual podría aumentar entre 14,023 mdp y hasta 73,861 mdp, dependiendo de cuántas agencias calificadoras recorten la nota crediticia. 

Para modelar el impacto presupuestario de la pérdida del grado de inversión sobre el costo financiero de la deuda pública, se estimó un modelo Autorregresivo Integrado de Media Móvil con Variables Exógenas, o ARIMAX15 por sus siglás en inglés, siguiendo una metodología similar a la presentada por Hanusch et. al (2016)16

De acuerdo con los resultados del modelo, el impacto dependerá de cómo se muevan las calificaciones crediticias. Tendría mayor impacto la degradación de la calificación de Moody’s y S&P, ya que sería un cambio más drástico. Actualmente se cuenta con una calificación que está dos escalones por arriba del grado de inversión por parte de estas calificadoras. Mientras que en Fitch la calificación está solo un escalón arriba. 

Si se pierde el grado de inversión por parte de Fitch, esto es que se pase la calificación de BBB- a BB+, entonces el costo financiero de la deuda pública aumentaría en 3,505 mdp ó 1.0% durante el trimestre en que se dé la noticia; esto es de manera inmediata. Ahora, si asumimos que en adelante se estará pagando esta prima de riesgo adicional, entonces en un año se estaría hablando de un incremento de 14,023 mdp. Este impacto presupuestario es moderado debido a que la calificación crediticia se encuentra a nada de perder el grado de inversión, por lo cual es un resultado hasta cierto punto esperado por el mercado. 

Sin embargo, el impacto será mayor en caso de que se pierda el grado de calificación por parte de Moody’s o S&P. En ambas calificadoras, México está a dos escalones de perder el grado de inversión. En caso de que se pierda el grado de calificación en una de estas dos calificadoras, pero se mantenga la calificación en Fitch, entonces el costo financiero de la deuda aumentaría de manera inmediata en 7,100 mdp ó 2.05% debido a la pérdida del grado de inversión. De igual manera, si asumimos que en adelante se estará pagando esta prima de riesgo, entonces en un año el costo financiero de la deuda habrá incrementado a 28,402 mdp debido a la pérdida del grado de inversión por parte de alguna de las dos calificadoras mencionadas. 

Un tercer escenario es que se pierda el grado de inversión por parte de dos calificadoras. Un caso plausible es que se pierda el grado de inversión por parte de Fitch, ya que México solo se encuentra un escalón arriba del grado de inversión, y que esto genere que alguna de las calificadoras, ya sea Moody’s o S&P, degraden también la calificación de México. En este caso se vería un incremento inmediato en el costo financiero de la deuda por 10,788 mdp ó 3.11% debido a la pérdida del grado de inversión en dos calificadoras. En un año, esto implicaría un incremento de 43,155 mdp en el costo financiero de la deuda pública. 

Sin embargo, en caso de que se pierda el grado de inversión en las tres principales agencias calificadoras, se observaría un incremento inmediato por 18,465 mdp ó 5.33% debido a la pérdida del grado de inversión. Asumiendo la prima de riesgo para los siguientes tres trimestres, implicaría un incremento anual por 73,861 mdp ó 5.33% en el costo financiero de la deuda pública.

Estos resultados muestran el impacto presupuestario en el corto plazo, considerando la estructura actual del financiamiento de la deuda pública donde la mayor parte es a largo plazo y tasa fija. Sin embargo, el impacto podría ser mayor si se contagian las tasas de interés de largo plazo y las calificadoras consolidan su perspectiva negativa de la economía mexicana. Para dar una magnitud del impacto presupuestario, los 73,861 mdp que podría aumentar el costo financiero de la deuda, sería el triple del presupuesto del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, o equivalente al 87% del presupuesto aprobado de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, o el 98% del presupuesto del Poder Judicial. 

Implicaciones y conclusiones 

Existe un riesgo importante de una disminución en la calificación crediticia de México. Las agencias calificadoras han advertido que, sin reformas fiscales correctivas, la calificación soberana del país podría deteriorarse. 

Además, la incertidumbre política interna ha sido identificada como un factor de riesgo tanto por las agencias evaluadoras como por los inversionistas del país. El nuevo gobierno debe enfocarse en mantener la estabilidad política e institucional, preservar un marco legal sólido y evitar reformas que puedan desestabilizar el equilibrio de poderes. Garantizar que las instituciones de justicia permanezcan independientes y funcionales es crucial para asegurar la confianza de los inversionistas y evitar riesgos asociados con la pérdida de autonomía.

Otro factor crítico es la dependencia financiera de las empresas estatales, como Pemex y CFE, que sigue siendo un desafío importante para las finanzas públicas. Si continúa la política de apoyo, estas empresas seguirán ejerciendo una presión considerable sobre el presupuesto nacional. El gobierno debe buscar estrategias para mejorar la rentabilidad de estas empresas y reducir su dependencia de subsidios estatales. Con esto se aseguraría un manejo más sostenible y eficiente de los recursos públicos.


Anexo metodológico 

El impacto en el costo de la deuda pública de la pérdida del grado de inversión depende de factores relacionados con cómo se financia el gobierno federal. Por ejemplo, si es deuda en moneda nacional, extranjera, así como si está a corto o largo plazo y, por otro lado, si es a tasa variable o fija. Como señalamos al principio, la estrategia de financiamiento del gobierno ha sido la preferencia por la emisión de instrumentos de deuda en el mercado interno y, en su mayoría a tasa fija y a largo plazo. 

Al cierre de 2023 el 76.1% del saldo de la deuda pública está denominada en moneda nacional y, el 94.8% de esta deuda está financiada mediante emisión de cetes, bonos y udibonos. Además, el 94.5% de la deuda interna está a largo plazo. El restante 23.9%, que representa la deuda externa, se financia en un 77.3% mediante colocación de bonos en los mercados internacionales. 

Para modelar el impacto presupuestario se siguió una metodología similar a la presentada por Hanusch et. al (2016). Su estudio analiza el efecto de la pérdida del grado de inversión en los costos de endeudamiento a corto plazo de los gobiernos, utilizando una muestra de 20 países entre 1998 y 2015. Sus resultados sugieren que una rebaja de la calificación crediticia a un nivel inferior al de inversión, por parte de una de las principales agencias de calificación, aumenta los rendimientos de las letras del Tesoro en 138 puntos base. 

Para analizar el impacto, utilizaron el promedio de las tasas de interés a 90 días de los países seleccionados. Además, para capturar el movimiento de la calificación crediticia, incorporaron el promedio de las calificaciones crediticias por las tres agencias de calificación más importantes: S&P, Moody’s y Fitch. Dado que las calificaciones están dadas por letras alfabéticas, éstas se convierten en valores numéricos entre 0 y 19, y posteriormente se calcula el promedio de la calificación. 

Para modelar el impacto presupuestario, siguiendo esa metodología, en México Evalúa utilizamos los siguientes datos: 1) El costo financiero de la deuda pública en periodo trimestral. 2) El promedio trimestral de las tasas de rendimiento internas, estimado como el promedio trimestral del rendimiento de los Cetes, Bonos y Udibonos. 3) La tasa de interés efectiva de la deuda externa, que se calculó como el cociente entre el pago de intereses y servicio de la deuda externa, entre el saldo total de la misma; posteriormente, esta tasa se hizo trimestral mediante la fórmula de interés compuesto. 4) El promedio trimestral del saldo total de la deuda pública17. 5) Siguiendo a Hanusch et. al (2016), se construyó el promedio de la calificación crediticia de S&P, Moody’s y Fitch. El promedio se construyó al pasar a valores numéricos las diferentes calificaciones, las cuales quedaron enumeradas en un rango de 1 a 22. La amplitud del periodo abarca del cuarto trimestre del año 2000 al segundo trimestre del año 2024. 

Con estos datos, se realizó un ejercicio econométrico para medir el impacto de la pérdida del grado de inversión sobre la evolución del costo financiero de la deuda pública. La estimación se realizó mediante un modelo Autorregresivo Integrado de Media Móvil con Variables Exógenas, o ARIMAX18 por sus siglás en inglés.

El modelo ARIMAX permite predecir valores futuros de datos que cambian a través del tiempo, como es el costo financiero de la deuda, mediante lo observado en su comportamiento pasado, pero además agregando datos adicionales que permiten modelar la evolución de los datos que queremos explicar, lo cual corresponde a las variables exógenas. En otras palabras, se predice el movimiento del costo financiero de la deuda con base en lo observado históricamente, el impacto de la evolución de la calificación crediticia, las tasas de rendimiento y el saldo de la deuda pública. 

La selección del modelo ARIMAX responde a que las series de tiempo trimestral del costo financiero, las tasas de rendimiento y el saldo de la deuda pública, tienen raíz unitaria y por lo tanto no son estacionarias. Para evitar resultados espurios, se modelaron las series como la primera diferencia del logaritmo natural, lo que garantiza la estacionariedad de las series de tiempo. Aclarando que la primera diferencia del logaritmo natural de una serie de tiempo es equivalente a la tasa de variación de la serie19

Se realizaron las pruebas de rutina habituales para observar la presencia de raíz unitaria, a saber: la prueba Dickey-Fuller20 aumentada para series con intercepto, e intercepto y tendencia21, así como la prueba Phillips-Perron también para series con intercepto e intercepto y tendencia. Los resultados de las pruebas señalaron que las series de tiempo en primera diferencia del logaritmo del costo financiero, la deuda pública, las tasas de rendimiento y el promedio de las calificaciones, no cuentan con raíz unitaria, por lo cual son integradas de orden I(1). 

Una vez identificado el orden de integración se especificó el siguiente modelo ARIMAX (4,1,3):

Donde: 

El primer término a la derecha representa el término constante de la regresión, el segundo término representa la suma de los términos autorregresivos, posteriormente se encuentra la suma de los términos de promedio móvil hasta el tercer retraso; después se define la suma de las primeras diferencias del vector de variables exógenas y, por último, el término de error estocástico. 

En el siguiente cuadro se muestran los resultados de la estimación del impacto de la variación en la calificación crediticia, sobre la variación porcentual del costo financiero de la deuda. Se puede observar que todas las variables explicativas son estadísticamente significativas, ya que la probabilidad asociada al estadístico t-student de los coeficientes es menor a .05, rechazando la hipótesis nula a un nivel de significancia del 1% ó un nivel de confianza del 99%, en la mayoría de los casos. 

Al ser un modelo estimado en primeras diferencias del logaritmo, los coeficientes señalan la variación porcentual del costo financiero de la deuda pública ante una variación porcentual de 1.0% en las variables explicativas. Por ejemplo, de acuerdo con el modelo, un incremento de 1.0% en la tasa de interés de los cetes, incrementa en 0.31% el costo financiero de la deuda pública. 

El modelo cuenta con un nivel de ajuste ó R-cuadrada del 97.8% ó 97.5% observando la R-Cuadrada ajustada, lo cual indica un buen ajuste del modelo. Además, se presenta el resultado de la prueba Jarque-Bera para los residuos. Ésta permite identificar si los residuos siguen una distribución normal, indicando que son ruido blanco. En esta prueba, la hipótesis nula es que los residuos siguen una distribución normal, por lo tanto se busca aceptar la hipótesis nula. De acuerdo con los resultados, el estadístico Jarque-bera de los residuos es por 5.01 con una probabilidad asociada de 0.081. De acuerdo con la probabilidad asociada, no hay evidencia para rechazar la hipótesis nula, lo que sugiere que los residuos siguen una distribución normal. 

Además, se presenta la prueba Breusch-Pagan-Godfrey para identificar problemas de heteroscedasticidad en el modelo, lo cual implica que la media y la varianza se mueven a través del tiempo, violando uno de los supuestos del modelo de Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO) En este caso, la hipótesis nula es que hay homocedasticidad en el modelo, por lo que se busca que la probabilidad asociada al estadístico de prueba sea mayor a .0522. Los resultados señalan que no hay evidencia para afirmar la presencia de heteroscedasticidad. El estadístico de prueba es 1.13 con una probabilidad asociada de 0.3, por lo que no se puede rechazar la hipótesis nula de homocedasticidad. 

De igual forma, los resultados señalan la no presencia de autocorrelación en el modelo, lo cual se puede inferir a partir del estadístico Durbin-Whatson. El cual arroja un valor por 1.81. Como es cercano a 2, indica que no hay señales de autocorrelación serial grave. Además, se corrió la prueba Breusch-Godfrey para verificar la presencia de autocorrelación serial de orden superior. La hipótesis nula de la prueba es la no autocorrelación serial23. Los resultados arrojaron un estadístico-F de 1.7998 con una probabilidad asociada de 0.1725, por lo que es mayor a .05, lo cual sugiere que no hay evidencia para rechazar la hipótesis nula de no autocorrelación serial de los residuos. 

Con base en las pruebas realizadas se puede afirmar que el modelo ARIMAX se ajusta adecuadamente al costo financiero de la deuda pública, y explica casi el 98% de la variabilidad con las siguientes variables explicativas: las tasas de interés (Cetes, Bonos, Udibonos), así como la tasa de interés externa, la calificación crediticia y el saldo de la deuda pública. Las pruebas de normalidad, autocorrelación y heterocedasticidad indican que el modelo es robusto y no presenta problemas serios de autocorrelación ni heterocedasticidad.

Por último, para estimar el impacto de la pérdida del grado de inversión se calculó cuánto variaría el promedio de la calificación crediticia en caso de una degradación por una, dos o las tres agencias calificadoras, manteniendo lo demás constante. Posteriormente, esta variación se multiplicó por el coeficiente de impacto estimado en el modelo, lo cual arroja el efecto del movimiento en las calificaciones, sobre la variación del costo financiero de la deuda pública. Por último, se aplicó esta variación al último dato observado para obtener la variación en millones de pesos.


  1. Encuesta de Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado del Banco de México. Factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico en México en los próximos seis meses. (Banxico 2018 y 2024). Disponible en: https://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?sector=24&accion=consultarCuadroAnalitico&idCuadro=CA252&locale=es  
    ↩︎
  2. World Bank Group. Discussion paper. The Ghost of a rating downgrade: what happens to borrowing cost when a government loses its investment grade credit rating?. Recuperado de:https://documents.worldbank.org/en/publication/documents-reports/documentdetail/241491467703596379/the-ghost-of-a-rating-downgrade-what-happens-to-borrowing-costs-when-a-government-loses-its-investment-grade-credit-rating  
    ↩︎
  3. La calificadora Moody’s otorga una calificación crediticia de categoría “A” a México, SHCP (2014). https://www.gob.mx/shcp/prensa/comunicado-de-prensa-007-2014. ↩︎
  4. Fitch Baja Calificación de México a ‘BBB’; Perspectiva Revisada a Estable, Fitch Ratings (2019). https://www.fitchratings.com/research/es/sovereigns/fitch-baja-calificacion-de-mexico-bbb-perspectiva-revisada-estable-06-06-2019#:~:text=Fitch%20Ratings%2DNew%20York%2D06,al%20final%20de%20este%20comunicado .
    ↩︎
  5. S&P Global Ratings baja calificación soberana de México en moneda extranjera a ‘BBB’ y en moneda local a ‘BBB+’ por impacto en tendencia de crecimiento; la perspectiva es negativa, S&P (2020). https://www.spglobal.com/ratings/es/pdf-articles/2020-03-26-sp-global-ratings-baja-calificacion-soberana-de-mexico-en-moneda-extranjera-a-bbb-y-en-moneda-local-a-bbb-por-i ↩︎
  6. Rating Action: Moody’s baja las calificaciones de México a Baa2 y cambia la perspectiva a estable desde negativa, Moody’s (2022). https://www.finanzaspublicas.hacienda.gob.mx/work/models/Finanzas_Publicas/docs/ori/Espanol/calificaciones_crediticias/c_soberanas/CRA3/Moodys-downgrades-Mexicos-ratings-to-Baa2-changes-outlook-to-stable-08Jul22.pdf 
    ↩︎
  7. Fitch Affirms Mexico at ‘BBB-’; Outlook Stable. Fitch Ratings (2024). Disponible en: https://www.fitchratings.com/research/sovereigns/fitch-affirms-mexico-at-bbb-outlook-stable-18-07-2024 
    ↩︎
  8. S&P Global Ratings confirmó calificaciones soberanas de largo plazo de México. S&P Global Ratings (2024). Disponible en: https://disclosure.spglobal.com/ratings/es/regulatory/delegate/getPDF?articleId=3120473&type=NEWS&subType=RATING_ACTION&defaultFormat=PDF y Próxima administración de México afronta un crecimiento económico rezagado y debilidades en sus finanzas públicas. S&P Global Ratings (2024). Disponible en: https://www.spglobal.com/_assets/documents/ratings/es/pdf/2024/2024-06-03-proxima-administracion-de-mexico-afronta-un-crecimiento-economico-rezagado-y-debilidades-en-sus-finanzas-publicas.pdf 
    ↩︎
  9. Moody’s baja las calificaciones de México a Baa2 y cambia la perspectiva a estable desde negativa. Moody’s (2022). ↩︎
  10. Fitch (2024). Sheinbaum Govt’s Fiscal Strategy, Governance Reforms Will Be Key Mexico Rating Drivers. Recuperado de: https://www.fitchratings.com/research/sovereigns/sheinbaum-govts-fiscal-strategy-governance-reforms-will-be-key-mexico-rating-drivers-19-08-2024 
    ↩︎
  11. Santander (2015), Brazil-Loss of investment grade. Recuperado de: https://documents.worldbank.org/en/publication/documents-reports/documentdetail/241491467703596379/the-ghost-of-a-rating-downgrade-what-happens-to-borrowing-costs-when-a-government-loses-its-investment-grade-credit-rating https://cms.santander.com.br/sites/WPS/documentos/arq-back-to-the-past-brazil-loses-investment-grade-status/17-09-22_140444_back-to-the-past-brazil-loses-investment-grade-status.pdf 
    ↩︎
  12. Cepal (2014). Preliminary Overview of the Economies of Latin America. Recuperado de: https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/acd6a8fa-f9d1-420e-8855-a10f6c01ef21/content 
    ↩︎
  13. Financial Times (2021). Colombia loses decade-old investment grade status. Recuperado de: https://www.ft.com/content/320c1ae7-811d-4b7c-bf6b-9de19a2e5b70 
    ↩︎
  14.  CNBC (2020). South Africa looks to structural reforms as it loses its last investment-grade credit rating. Recuperado de: https://www.cnbc.com/2020/03/31/south-africa-looks-to-structural-reform-last-investment-grade-credit-rating-falls.html 
    ↩︎
  15.  Para más detalle de la estimación, ver el anexo metodológico. ↩︎
  16. Hanusch, M., Hassan, S., Algu, Y., Soobyah, L., & Kranz, A. (2016). The ghost of a rating downgrade: What happens to borrowing costs when a government loses its investment grade credit rating (Macroeconomics and Fiscal Management Discussion Paper No. 13). World Bank Group. 
    ↩︎
  17.  Medido mediante el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público. ↩︎
  18. Enders, W. (2008). Applied econometric time series ↩︎
  19. Gujarati, D., & Porter, D. (2010). Econometría (quinta edición). México: Editorial Mc. Graw Hill. ↩︎
  20. Enders, W. (2008). Applied econometric time series.
    ↩︎
  21. Ibid. ↩︎
  22. Enders, W. (2008). Applied econometric time series. ↩︎
  23.  Ibid. ↩︎

La increíble historia de los ingresos y la desalmada deuda: tercer informe trimestral 2017

Recientemente se presentó el tercer informe trimestral de finanzas públicas 2017 (3T2017). Este reporte incluye información del comportamiento de las finanzas públicas acumuladas al mes de septiembre de este año. En esta historia nos enfocaremos en el análisis de los ingresos y  la deuda en lo que va de este año. ¿Cuáles son las novedades? ¿A qué datos vale la pena darle seguimiento?

Por el lado de los ingresos del gobierno federal, se observa un incremento de 6% real respecto al mismo trimestre del año anterior (3T2016[1]), lo cual equivale a 175 mil millones de pesos adicionales a los recibidos el año pasado. Asimismo, los ingresos del gobierno federal son mayores a lo estimado y aprobado por el Congreso en la Ley de Ingresos de la Federación (LIF 2017) en un 21% real. Es decir, en los primeros tres trimestres del año, el gobierno federal ha recibido ingresos adicionales a lo establecido en la LIF 2017 por 512.5 mil millones de pesos. Estos en gran medida provienen del Remanente de Operación del Banco de México (ROBM), cuyo monto ascendió a 321 mil millones de pesos, y también a los ingresos por impuestos que fueron 101 mil millones de pesos mayores a lo estimado. Debido a que el ROBM es una fuente de ingresos que no necesariamente se obtiene cada año[2], la recomendación es utilizar sabiamente estos recursos, ya que, muy probablemente no serán constantes. Asimismo, es fundamental tener mayor cuidado con las estimaciones de otros ingresos.

El comportamiento de los ingresos no nos sorprende. Hemos observado que de manera recurrente el gobierno federal obtiene ingresos mayores a lo aprobado. Desde 2003, el gobierno federal ha recibido en promedio 250 mil millones de pesos de ingresos excedentes al año.

Gráfica 1. Ingresos totales del gobierno federal (aprobados vs observados)

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Fuente: Elaborado por México Evalúa con información de la LIF, Estadísticas Oportunas de SHCP.

En lo que se refiere a la deuda observamos que el Saldo Histórico de los RFSP disminuyó, al tercer trimestre de 2017 fue de 9,460 miles de millones de pesos mientras que en el mismo trimestre de 2016 su saldo fue de 9,748 miles de millones de pesos. El anuncio de reducir el saldo de la deuda respecto al PIB[3] se está cumpliendo, pasó de representar  50.1% del PIB al cierre de 2016 a 43.5%[4] del PIB.

Saldo de la deuda pública (Saldo histórico de los RFSP)

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Fuente: Elaborado por México Evalúa con información de los CGPE, INEGI y Cuenta Pública de la SHCP.

El balance total del gobierno federal, es decir, la diferencia entre sus ingresos y sus gastos, cerró con un superávit de 75 mil millones de pesos al tercer trimestre de 2017. Esto fue impulsado principalmente por los mayores ingresos recibidos (provenientes del ROBM) y por la caída del gasto programable de la cual hablaremos en otra historia.

Adicionalmente, se observa que el balance primario del gobierno federal[5] al 3T2017 fue de 336 mil millones de pesos mientras que su costo financiero en el mismo periodo  ascendió a 260 mil millones de pesos. Esto implica que por primera vez en los años recientes, el gobierno federal tiene un superávit que permite  pagar el costo financiero de la deuda y tener el excedente que presenta el balance total.

Gráfica 2. Balance primario y costo financiero de la deuda del gobierno federal

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Fuente: Elaborado por México Evalúa con información de la SHCP, cifras deflactadas por medio de la inflación observada, INEGI.

Es buena noticia que el gobierno federal mantenga números positivos tanto en el balance total como en el primario. Sin embargo, también es indispensable esperar a que cierre el ejercicio fiscal para ver el resultado final. Hay que recordar que una parte importante del gasto, incluido la mayor parte del costo financiero, se ejerce en el último trimestre y eso puede presionar el monto del balance total a la baja. Nos mantendremos atentos al desempeño de estas variables.

Consulta más indicadores de las finanzas públicas en la CajaNegra, micrositio de seguimiento de indicadores de finanzas públicas: LaCajaNegra


[1] Tercer trimestre de 2016.
[2] Los ingresos adicionales por el ROBM dependen del valor del peso mexicano respecto al dólar. Son básicamente ganancias cambiarias que se obtienen por las reservas que tiene el Banco de México en dólares.
[3] Producto Interno Bruto
[4] Cifras calculadas con la estimación oportuna del PIB trimestral anual del INEGI.
[5] El balance primario es la diferencia entre ingresos y gastos, sin considerar el costo financiero de la deuda (intereses, comisiones, entre otros). En el ideal, el monto del balance primario debe alcanzar para pagar el costo financiero de la deuda.

5 recomendaciones destacadas del Art IV del FMI a México

El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el 13 de noviembre la evaluación que realizó a México respecto al Artículo IV. La Consulta del Artículo IV, que realiza el Fondo Monetario Internacional generalmente cada año, evalúa la situación económica y perspectivas de los países miembros. Los temas revisados son principalmente las políticas macroeconómicas y financieras, sin dejar de lado aquellos elementos que puedan incidir en los resultados económicos de un país.

Aquí presentamos las 5 recomendaciones del FMI que México Evalúa ha propuesto anteriormente:

Consejo Fiscal

1.-Se recomendó por tercer año consecutivo establecer un Consejo Fiscal -sin afiliación política y con capacidad técnica- para elevar la discusión fiscal y la rendición de cuentas. La propuesta de implementar un Consejo Fiscal ha sido hecha de manera reiterada por la sociedad civil, el sector empresarial y por las mayores autoridades internacionales financieras. ¿Por qué no se implementa?

Gasto Público

2. Se lee en las recomendaciones que es necesario hacer más efectiva la administración pública y más eficiente el gasto en educación y salud. Se debe mejorar la eficiencia en el gasto público en salud y educación, esto para ampliar la cobertura con los mismos recursos.

Deuda Pública:

3.-Se sugiere al Gobierno Federal que el Remanente de Operación del Banco de México, recurso no recurrente,  se utilice de manera integra a la reducción de requerimientos financieros y deuda pública.

4.-Se le recomendó a México apegarse al plan de mantener una trayectoria de deuda decreciente, esto para tenga un mayor margen de maniobra para poder enfrentar situaciones adversas futuras.

Corrupción:

5.-La corrupción se ve como un problema fundamental y generalizado. Según el Inegi la percepción de corrupción aumentó comparado con los años 2000 y 2012. Por esto, se debe dar prioridad a las reformas que se implementen para controlar y combatir la corrupción, y así lograr un mayor Estado de derecho. También se subraya la importancia reformas para mayor gobernanza, seguridad, estado de derecho y se urgió la implementación del Sistema Nacional Anticorrupción. La percepción de la corrupción pudo haber mitigado el impacto de las reformas.

Las consultas son una práctica de seguimiento y evaluación que realiza el FMI desde 1978.

Aquí se puede consultar de manera integra el documento del FMI:

Mexico : 2017 Article IV Consultation-Press Release; and Staff Report